A. Otero & Y. Abilleira | Vigo www.farodevigo.es 15/11/2010

De 60 centímetros de diámetro, la pieza apareció en la zona de Cantareira.

La aparición de un molino del siglo III d.C. en la zona rocosa de Cantareira, en las islas Cíes, ofrece una prueba más de la importante presencia romana en el archipiélago vigués.

De 60 centímetros de diámetro y con el característico orificio en el centro, se trata de un antiguo molino manual cuyo uso en Galicia está fechado entre el cambio de era y el siglo III después de Cristo. Fueron los romanos quienes los dieron a conocer en la Gallaecia y su uso fue adaptado rápidamente por los lugareños. Antes de esta adaptación, se molía usando una especie de «bandeja» de piedra sobre la que se esparcía el trigo y se pasaba por encima y presionando, un rodillo pétreo.

Con la nueva tecnología romana se consigue una harina más fina y uniforme con menor esfuerzo. El arqueólogo Ramón Patiño sostiene que la técnica romana consistía en colocar el molino sobre un cilindro pétreo –como el tocón de un árbol, pero en piedra–, apoyar las palmas sobre la rueda de moler y hacer giros cortos, sin levantar las manos. «Se movía en el sentido de las agujas del reloj, y a contrasentido, varias veces por minuto», apunta Patiño. El agujero central supone una gran innovación, ya que permite poner más grano a moler sin tener que levantar el pesado ingenio.

La presencia romana en Cíes y en la Ría de Vigo está suficientemente demostrada, así como el intenso tráfico comercial mantenido en esa época. Prueba de ello son los restos de un pecio romano que el grupo de arqueología vigués «García Alén» localizó en Cabo de Mar, cerca de Samil. En Redondela también se hallaron asentamientos romanos como los localizados en Cesantes y O Viso. En Vigo se desenterró hace poco el complejo
«industrial» de las salinas, desde donde se exportaba pescado en salazón a varias partes del Imperio y, en el monte de O Castro se encuentra otro asentamiento de esta época. La isla de Toralla y el Facho de Donón (Cangas) fueron los lugares elegidos para levantar templos a sus deidades.

Sin embargo, todo indica que las islas Cíes fue una posición muy codiciada por los súbditos del César. El Grupo «García Alén» constató, entre otros muchos hallazgos, la existencia de una torre de vigilancia, de una gran mansión –o «Villae»–, así como diversos restos que evidencian una alta ocupación por aquella época. Este hecho, unido a la presencia de una antigua mina de estaño en Cíes, hace suponer a los historiadores que, junto a Ons y Sálvora, formaban las «Cassitérides», islas míticas de donde esta cultura italiana extraía el estaño necesario para fabricar el bronce y cuya ruta era defendida con gran recelo, incluso a costa de sacrificar sus propios barcos para evitar que les siguieran. «Esta teoría tiene sus defensores y detractores, pero aún no se ha podido confirmar ni desmentir», admite Patiño.

En la zona donde se descubrió el molino de Cíes ya se habían descubierto más restos romanos. ¿Pero cómo llegó esa pesada piedra al espacio intermareal? «Problamente se deba al paso del tiempo y a temporales como el que nos acaba de azotar recientemente», argumentan fuentes del Parque Nacional.