Carles Gosálbez | Tarragona www.diaridetarragona.com 11/06/2010

La existencia o no del templo de Augusto en el subsuelo de la Catedral dejará de ser un misterio en julio. Pronto se conocerá la verdad de los restos pétreos detectados en septiembre de 2007 por un estudio realizado a partir de la aplicación del georradar.

La primera semana del próximo julio se iniciará una intervención arqueológica justo en el eje central de la Catedral, con la apertura de una cata de siete metros de largo por tres de ancho. La investigación durará un mes.

El hallazgo de la base del templo de Augusto «sería muy importante para la ciudad», manifestó Isabel Rodà, directora del Institut Català d’Arqueologia Clàssica (ICAC), quien aseguró que estamos viviendo «unos momentos emocionantes».

Rodà destacó que pocos templos romanos tenían ocho columnas como el de Tarraco. Durante dos años «Augusto despachaba en esta ciudad, tiempo en que fue la capital del Imperio».

La teniente de alcalde de Patrimoni, Rosa Rossell, declaró en rueda de prensa celebrada en el ábside de la Catedral que «esperamos encontrar lo que buscamos, aunque sean los cimientos del templo de Augusto».

Rossell anunció que los ciudadanos podrán hacer un seguimiento de la excavación mediante una página web de la revista Sàpiens. «Queremos que haya transparencia», dijo.

Tres codirectores
La intervención en el subsuelo de la Catedral estará dirigida por los arqueólogos Josep Maria Macias (Institut Català d’Arqueologia Clàssica), Imma Teixell (Ayuntamiento) y Andreu Muñoz (Arquebisbat de Tarragona.

Macias declaró que «no vamos a ciegas, pero nos falta la evidencia de la existencia del templo de Augusto», mientras que Muñoz remarcó que si no se alcanza el objetivo perseguido y no sale nada «también será importante desde un punto de vista científico». Esta tesis fue compartida por los tres profesionales de la arqueología.

La importancia de los restos que afloren determinarán qué medida se adopta en un futuro. Es seguro que una vez finalizada la excavación se procederá a cubrir el espacio afectado por la excavación con las mismas piedras que hay en la Catedral y que serán numeradas para recuperar el estado actual del piso.