Susana Neira | Oviedo www.abc.es 29/09/2008

Los libros de historia reflejan que el religioso Máximo y su tío el abad Fromestano se instalaron como monjes benedictinos en el año 761 en lo que hoy es el corazón de Oviedo y que sobre estos asentamientos el rey Alfonso II fundó la capital asturiana. Los últimos hallazgos en el solar de ampliación del Bellas Artes obligarán a revisar cualquier interpretación histórica de la ciudad, cuyo origen se perfila ahora romano.

El subsuelo, cercano a la Catedral de San Salvador, es una mina investigadora. El más de un centenar de excavaciones realizadas sobre el casco antiguo desde 1985 antes de realizar obra alguna, como marca la ley, no habían aportado ningún hallazgo sorprendente. Todo cambió hace dos meses. El derribo de un muro dejó al descubierto la estructura de una fuente con un caño de 8 metros de largo que recuerda a la de Foncalada, datada, en principio, en el siglo IX y por cuyas características se pensaba única.

La gran sorpresa llegó a finales de agosto, cuando se conocieron los primeros análisis de Carbono 14 realizados por la empresa estadounidense Beta Analytic, con sede en Miami. El surtidor se convirtió hasta entonces en el único resto romano hallado en la ciudad y empezó a levantar las dudas de muchos historiadores que estaban convencidos del origen medieval de la capital asturiana.

Segunda sorpresa
El propio director de Patrimonio del Principado, Adolfo Rodríguez Asensio, apostó por no realizar interpretaciones prematuras. No era más que un resto aislado en medio de vestigios que datan de siglos posteriores y dibujaron al Oviedo que construyó la dinastía de reyes asturianos.

Pero llegó la segunda sorpresa. A la espera de los análisis carbónicos de Foncalada (declarada Patrimonio de la Humanidad), por si su datación inicial pudiera ser errónea, el equipo de arqueólogos del Museo de Bellas Artes, dirigido por Rogelio Estrada, lanzó una nueva bomba esta semana. Sumó el hallazgo de un capitel corintio del siglo III, uno de los mejores de la época romana localizados en Asturias, y una moneda del emperador Tiberio, labrada entre los años 17 y 34 después de Cristo.

El capitel apareció a 24 pasos de la fuente de la Rúa, más cerca de la iglesia de San Tirso, considerada hasta ahora núcleo de Oviedo. Se trata de una pieza de mármol blanco y con hojas de acanto en un relativo buen estado de conservación y que entraría dentro del arco cronológico del surtidor. Si uno formó parte en su día del otro «será muy complicado» de descifrar aunque no se descarta, explicó Estrada.

En la última semana también se encontró la moneda acuñada entre el primer siglo después de Cristo y que se labró en lo que ahora es Calahorra. Anteriormente habían aparecido piezas de la misma época en el castro de Llagú, cerca de Oviedo. No es de extrañar. Los alrededores de la ciudad están llenos de vestigios posteriores a la entrada del Imperio en la península.

Un simposio para aclarar
Aún con todo, los hallazgos tampoco indican claramente que la capital asturiana sea una ciudad romana aunque cada vez más se evidencia su presencia, como sostienen el director de Patrimonio y el arqueólogo. Muchos historiadores mantienen la tesis de que Oviedo es una creación de Alfonso II y el descubrimiento no cambia su historia, lo que no quita que hubiera asentamientos anteriores.

A la espera de que lleguen los nuevos análisis y si hay más sorpresas -las excavaciones no terminarán hasta dentro de un mes-, el Real Instituto de Estudios Asturianos ya está pensando en organizar un simposio para debatir sobre la importancia de los vestigios romanos y su influencia en la historia de la ciudad. El objetivo será lograr una voz única, consensuada y evitar más especulaciones, lo que no resultará tan sencillo.