Miguel Cabanillas | Roma | EFE 13/02/2009

Las seculares especulaciones sobre la presencia de un enorme agujero en el techo del monumental Panteón de Agripa de Roma quedan ahora resueltas: un científico neozelandés demuestra que esa construcción del año 27 a.C. dedicada a los dioses era usada también como un enorme reloj solar.

«La luz puede llegar al Panteón a través de dos zonas: la gran puerta de entrada, en el norte, y el agujero en el techo. Dado que el edificio se orienta al norte, la luz del sol sólo puede entrar directamente al edificio a través del techo», explica a Efe el artífice de este hallazgo, Robert Hannah, de la Universidad neozelandesa de Otago.

«El Panteón se orienta casi directamente al norte -añade-, por lo que al mediodía la luz solar entra a través del agujero del tejado y cae en algún punto sobre una línea imaginaria encima, sobre o bajo la puerta de entrada».

Esta explicación sobre el uso alternativo del Panteón, publicada recientemente en la revista científica británica «New Scientist», se basa en las distintas posiciones que adquiere la luz solar a lo largo de los días y los meses en la enorme cúpula de la construcción romana, que fue consagrada como iglesia católica en el año 609.

Según Hannah, la luz del mediodía traza una línea en el interior del edificio que varía con los meses: durante el verano, cuando el sol está más alto en el cielo, el haz se mueve en la parte baja de las paredes del Panteón, llegando, incluso al suelo.

En el invierno sucede todo lo contrario, es decir, la luz llega directamente a la parte superior de la cúpula. Pero el fenómeno más curioso se produce durante los equinoccios de invierno y verano, cuando el haz solar dibuja una trayectoria sobre el punto que une la cúpula y las paredes del Panteón.

«Es imposible que sea una coincidencia que la luz del sol llegue al ecuador de la cúpula justo durante el equinoccio, porque esto es resultado de la forma del interior de la cúpula, y el interior de la cúpula está deliberadamente construido para que tenga el aspecto de un perfecto hemisferio, aunque estructuralmente no lo sea», dice el científico.

Esta enorme construcción, que hoy contiene los restos del pintor renacentista Rafael (1483-1520) y del rey italiano Víctor Manuel II (1820-1878), nació con la idea de servir de templo de veneración de los dioses romanos, de ahí su nombre, Panteón, que deriva del griego «todos los dioses».

«Sabemos por el historiador Dion Casio (155-229 d.C.) que algunos pensaban en la antigüedad que la cúpula del Panteón simbolizaba la cúpula celestial, la casa de los dioses. No sabemos cuán común era esta percepción, pero la cúpula arquitectónica a menudo parece tener simbolismo astronómico», explica Hannah.

El científico neozelandés asegura que, a pesar de demostrar que el Panteón era utilizado como reloj solar, no se puede saber si éste era el propósito principal de su arquitecto, Lucio Cocceio Aucto, quien dejó para la humanidad uno de los mayores misterios arquitectónicos de la antigua Roma, encargado por Marco Vipsanio Agripa (63-12 a.C.).

Y no se puede saber exactamente porque nadie en la época dejó constancia de su propósito principal, aunque sí hay algún que otro edificio romano con características similares.

Así la Domus Aurea, el palacio dorado del emperador Nerón (37-68 d.C.), estaba vinculada de algún modo al movimiento del sol y las estrellas, como ya lo explicara el historiador Suetonio (70-140 d.C.).

El científico explica que Aucto proyectó el Panteón con un truco arquitectónico: la cúpula comienza en su interior mucho más abajo de lo que lo hace en su exterior, lo que, según él, supone que el ecuador del edificio sea una «ilusión en términos estructurales».

Más de 2.000 años después, los turistas que acuden a Roma siguen buscando el punto medio del Panteón para mirar arriba y preguntarse qué sentido tiene ese agujero en el techo. Eso hasta ahora.