Barcelona | 17/11/2006

Las 40 piezas de la colección del Hotel Villa Real adornaron villas romanas entre los siglos II y VI.

Una interesante colección de mosaicos restaurados que hace siglos adornaban las villas romanas e iglesias de la antigua Siria se exhibe hasta el 19 de marzo en el Museu Egipci de Barcelona. Mosaicos romanos de Siria. Pintura de piedra sumerge al visitante en otra época a través de 40 piezas datadas entre el siglo II y el VI y procedentes de la colección de arte y arqueología del Hotel Villa Real de Madrid.

Algunas de ellas se muestran por primera vez, como el mosaico figurativo de más de tres metros de largo con una escena de caza que enfrenta a un ñu y un león. Otra gran creación, con un elefante como protagonista, pesa 300 kilos. «No habían salido del fondo de la colección hasta ahora debido a su gran tamaño y peso», explica Carlos Buenacasa, comisario de la exposición y profesor de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). Su colocación en la planta baja del museo fue muy delicada y obligó a desmontar parte de la barandilla de la escalera, entre otras maniobras.

Los mosaicos pavimentaban las zonas nobles de las casas de las familias pudientes de la Antigua Roma cuyo imperio se extendía por todo el Mediterráneo. «Eran elementos ormamentales de lujo que que decoraban los suelos y paredes de las estancias nobles donde se recibía a los invitados», señala Buenacasa. «Se consideraba mucho más importante que la pintura, un arte que era visto como complementario al del mosaico», añade.

Las piezas abarcaban un amplio abanico de temas: mitología, escenas de la vida cotidiana, animales y elementos geométricos y vegetales. Con el cristianismo los mosaicos empezaron a utilizarse con fines didácticos en las iglesias. Algunas de estas piezas religiosas presentes en la exposición, llevan inscripciones en diferentes idiomas. «Como provienen de Siria, algunas incluyen textos escritos en griego, que era la lengua oficial en Oriente, y en siríaco».

Había grandes talleres de artistas del mosaico en Antioquía, capital de la provincia romana de la rica Siria, que abarcaba desde los territorios de la Siria moderna hasta las partes limítrofes de la actual Turquía, el Líbano y Jordania.

Entre las piezas más destacadas de la exposición figura una estilizada medusa y una escena de caza en la que un león atrapa a un cérvido. «Ambas destacan por el gran trabajo realizado porque el artista coloca las teselas pequeños cubos de piedra tallada de casi un centímetro hechos con materiales diversos combinando perfectamente líneas curvas con líneas rectas para dotar de dinamismo y gran realismo a las obras», comenta Buenacasa.

Entre las piezas con motivos geométricos sorprende el efecto óptico de tridimensionalidad conseguido con una retícula romboidal del siglo III que configura un pavimento de cubos en relieve a través de la combinación de rombos de tres colores: blanco, rojo y rosa. «Según Plinio, este diseño se utilizó por primera vez en Roma en el templo de Júpiter Capitolino, tras el inicio de la tercera guerra púnica».
Aparte de mostrar una variada selección de piezas, la muestra ofrece al visitante una breve historia de este arte que entró en decadencia con la caída del Imperio Romano. A partir de entonces, la pintura, más fácil y rápida de reproducir y menos costosa, se convirtió en la técnica decorativa predominante.