Alfons Garcia, Valencia www.levante-emv.com 15/05/2008

La comisión de expertos acuerda solicitar al TSJ no ejecutar el derribo del Teatro Romano de Sagunto por «imposibilidad legal» y dificultades técnicas.

El largo proceso (17 años) sobre el Teatro Romano de Sagunt experimentó ayer un viraje fundamental, que puede ser definitivo de cara al mantenimiento de las obras de rehabilitación firmadas por Giorgio Grassi y Manuel Portaceli. La Generalitat, que desde 1995 -inicio del mandato del PP- nunca ha hecho suyo el proyecto e incluso ha llegado a exhibir algún plan de demolición, presentó ayer un escrito ante el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de la Comunitat Valenciana en el que avanza a la sala que solicitará la inejecución de la sentencia -refrendada por el Supremo en diciembre pasado- que obligaba a derribar en 18 meses la reforma finalizada en 1991. Sin pasar a elogiar la intervención («nunca se tendría que haber hecho», reiteró ayer la consellera de Cultura, Trinidad Miró), sí que alega con claridad total la «imposibilidad legal» de llevar a cabo el fallo, además de diversas «dificultades técnicas» que incluso conducirían a un «grave peligro» para el monumento, los actores y los ciudadanos de Sagunt. La consecuencia de este planteamiento es no tocar el monumento.

El Gobierno valenciano, a la hora de dar este importante paso, no lo hace solo, sino que ha buscado el cobijo en una comisión con técnicos y entidades representativas en cuestiones de patrimonio. Tras su cuarta y definitiva reunión, todos los miembros comparecieron ayer al lado de Miró, que leyó el dictamen acordado «por unanimidad», el cual concluye con la decisión de solicitar «la inejecución de sentencia utilizando los mecanismos legales existentes».

La secretaria autonómica de Política Institucional y encargada de la parte jurídica, Isabel Villalonga, explicó que estos mecanismos pasan por presentar un escrito al TSJ -se iba a hacer ayer mismo, dijo- avanzando un incidente de ejecución de sentencia (lo prevé el artículo 105.2 de la Ley de la Jurisdicción Contencioso Administrativa), que irá acompañado de la legalización de las obras.

Contra el principio de economía
El fundamento de esta actuación es que la reforma, declarada ilegal en función de la ley estatal de Patrimonio de 1985 (la vigente entonces), sería hoy perfectamente legal a los ojos de la Ley de Patrimonio Cultural Valenciano. Se podría dar así «el absurdo» y «la paradoja», subrayó, de que lo mismo que la Generalitat derriba al ejecutar el fallo podría ser levantado de nuevo en virtud de la legislación actual. «Esto contradice el principio de economía consagrado en la jurisprudencia del Supremo», asevera el dictamen. Ahí están los argumentos de la «imposibilidad legal» de cumplir la sentencia que alega ahora el Gobierno valenciano.

La patata caliente vuelve así al TSJ, que tras las alegaciones que pueda presentar el demandante, el abogado y ex diputado del PP Juan Marco Molines, deberá resolver. Si rechaza la postura del Consell, se procederá al derribo, ya que no habrá posibilidad de recurso, valoró la alto cargo.
Villalonga, que no conoce casos parecidos en asuntos de patrimonio, sí que comparó el procedimiento con las «muchas» órdenes judiciales de derribo que no llegan a verificarse al cambiar el planeamiento urbanístico y aceptarse lo que antes era ilegal.

El dictamen de la comisión, en el que han participado instituciones que se habían manifestado en contra de la reversión (el Consell Valencià de Cultura o el Colegio de Arquitectos), asume la idea de que la aplicación de la sentencia «en ningún caso» devolvería el teatro al estado anterior a la intervención de Grassi y Portaceli. Tal como estos han defendido durante años, el documento -y la directora general de Patrimonio, Paz Olmos, insistió en ello- avala que lo que quedaría al descubierto es «un conjunto de rocas y elementos constructivos resultado de más de 40 restauraciones realizadas a lo largo del siglo XX». «Los restos «romanos» eran restos de estas intervenciones», precisó Olmos. Además de la cuestión legal y arqueológica, el tercer eje argumental es que la función social y cultural se perdería. Quedaría un edificio «funcionalmente imposible», dijo Olmos: sin camerinos, sin espacios para la circulación de actores, con problemas de acústica al no poder mantenerse el tornavoz (la cubierta), con una escalera y un ascensor que no llevarían a ningún lado. La pregunta es si estas consideraciones no podrían haber llegado hace años.

Sagunto (Valencia) EUROPA PRESS www.levante-emv.com 15/05/2008
Portaceli: «La razón siempre prima sobre otros intereses»

El arquitecto valenciano asegura que Grassi -coautor junto a él de la rehabilitación- está «satisfecho», ya que se encontraba «dolorido y preocupado» ante el «estupor internacional».

El arquitecto valenciano Manuel Portaceli -autor junto al italiano Giorgio Grassi de la rehabilitación del Teatro Romano de Sagunt- se mostró hoy «gratamente sorprendido» por la decisión de la Generalitat de solicitar, tras conocer el dictamen de la comisión de expertos, la inejecución de la sentencia que determina la demolición de dichas obras. Asimismo, consideró que el dictamen del comité interdisciplinar refleja que «la razón siempre tiene que primar sobre otros intereses».

Portaceli calificó la resolución del Consell de «muy positiva» y explicó que el dictamen que sustenta su determinación «expone unos argumentos muy razonables, ya que aparecen criterios que nosotros ya explicamos desde el inicio del proyecto y en todas las memorias durante esta especie de ‘batalla de Sagunto'».

En esta línea, el arquitecto opinó que con este dictamen «viene la razón y la civilización», puesto que, según defendió, «con un criterio de rehabilitación se puede estar de acuerdo o no pero lo que es evidente es que una infraestructura cultural que puede y deben disfrutar los ciudadanos», recalcó en declaraciones a Europa Press.

Portaceli confesó que le «sorprende gratamente» la decisión del Gobierno valenciano y, en cualquier caso, se felicitó porque «ha vuelto la razón lo razón». El arquitecto valenciano ha comunicado ya la noticia a su colega, Giorgio Grassi, quien está «muy satisfecho porque hasta ahora se encontraba muy preocupado y dolorido por la posibilidad de que se demoliera nuestra obra y por el estupor internacional que hay por ese motivo», afirmó.

«VICTORIAS PÍRRICAS»
Sobre si considera este dictamen un triunfo personal, Portaceli replicó que «yo nunca he dado importancia a las victorias porque muchas son pírricas». «Lo importante es que la arquitectura está al servicio de la sociedad y que se reconozca esto hace mas fuerte el concepto de la arquitectura como arte útil», dijo.

A. G., Sagunto (Valencia) www.levante-emv.com 15/05/2008
Tirar un muro dejaría el resto inestable

La dirección general de Patrimonio se ha valido de unas sugerentes recreaciones virtuales para hacer ver a los miembros de la comisión lo que implicaría ejecutar al pie de la letra la sentencia confirmada por el Tribunal Supremo. Esta hablaba del «derribo del muro de cierre de la escena hasta la cota +1,20 metros» y los técnicos han encontrado ahí uno de los «puntos problemáticos» para aplicar el fallo. La razón es que en el Teatro Romano de Sagunt no hay un único muro de cierre, sino dos. Uno que se levanta en el siglo I y que es el cierre del escenario (postscaenium es el nombre original) común a todos los teatros romanos y otro del siglo III, específico de esta etapa (el muro del pórtico exterior).

Así, la interpretación que los técnicos realizan de la sentencia conduce a que se tiraría sólo la primera pared, pero no la posterior, que da a la vía pública. Por tanto, la idea -es la de Marco Molines- de «obtener un espacio diáfano como fondo del propio teatro se desvanece», subraya el dictamen. Al tener que suprimir también los forjados entre una pared y otra quedaría un muro inestable, «muy alto, ancho y poco profundo», dijo la directora de Patrimonio, Paz Olmos. Su mantenimiento significaría de esta manera un peligro, remarcó.

Igualmente, la caída del postscaenium conllevaría la desparición de los camerinos, los espacios de circulación de la escena y los previstos pra museo. Además, habría que retirar la cubierta (tornavoz).

Ladrillo, roca o mortero bajo la grada
Olmos fue elocuente también sobre las gradas: «Si retiramos las placas encontraremos ladrillo (de la actuación de Grassi) o restauraciones del siglo XX o fragmentos de roca viva e incluso algún mortero romano. Pero no la placas nobles de época romana». Estas, agregó, hay que buscarlas en edificios de Sagunt y Valencia, donde se usaron profusamente a partir del Renacimiento.