Redacción 08/09/2018
Cuando Fedra ama nada puede deternerla. Por fin, hemos encontrado una versión en la que no hay tapujos ni miedos. Ella va de frente, ama por encima de todo y de todos. No puede esconder su pasión y, es más, se niega a hacerlo. Y todos lo entendemos perfectamente. Hace unos cuantos años esta interpretación del mito habría sido vilipendiada, síntoma de que nuestra sociedad está cambiando y que no nos extraña que Paco Bezerra, en su adaptación, haya traído el mito a nuestros días hasta hacerlo lógico y comprensible.
Es lo que tienen los clásicos. Cada generación lo interpreta a su manera y afortudamente hoy hemos visto una Fedra moderna, valiente, empoderada y capaz de enfrentarse al mundo. De haberlo hecho de otra manera, nos habría resultado algo caduco y reaccionario.
Una Fedra, encarnada por Lolita Flores, plena de fuerza y de emoción. Arrastrada por el deseo y por un amor que no se puede ocultar, muestra toda su capacidad interpretativa de una manera creíble y honesta. Y acompañada de forma brillante por un Hipólito (Críspulo Cabezas) que hace que sea evidente entre el público una pasión arrebatadora.
Completan el cartel Tina Sainz que derrocha fuerza y seguridad a cada frase y que demuestra que sigue siendo una actriz en plena forma. Juan Fernández, implecable en su estricto papel de Teseo, demostrando con creces que el papel le queda como un guante y no imaginamos a nadie mejor para ese cometido. Y por úitimo, Eneko Sagardoy está a la altura de semejante reto.
Y además hay que añadir una puesta en escena enormemente atractiva con elementos visuales que envuelven el espectáculo de una modernidad inusitada y que hacen que el espectador quede hipnotizado desde el primer momento. Un derroche de tecnología perfectamente ensamblada con el relato.
Un fin de fiesta perfecto para esta décima edición del Sexi Firmum Iulium que ha dado un salto de calidad notable y que muestra una dosis enorme de madurez que esperemos se consolide en próximas ediciones.