Rosana Torres | Mérida www.elpais.com 12/08/2011

El estreno en el Festival de Mérida de la obra de Sófocles, dirigida por Mauricio García Lozano, es recibido con casi 3.000 espectadores puestos en pie.

Público en pie, hasta el punto de que era muy difícil encontrar a alguien sentado entre los casi 3.000 espectadores (se notaba mucho la presencia de críticos teatrales que no despegaban sus posaderas de donde habían estado los últimos 100 minutos); emoción contenida, sonrisas que salían del escenario para saltar a las cáveas del Teatro Romano abarrotadas de gente, abrazos, felicitaciones, el director subido en una nube (él aseguró que era así), Blanca Portillo, directora del Festival de Mérida y actriz en este montaje, con la energía repuesta, Marta Etura dando saltos, María Botto tratando de no pisar su bellísimo traje, como todos los diseñados por el figurinista Pedro Moreno…

Eso, y algo más, pasó cuando la luz, haciendo las veces de un telón que no existe, se apagó marcando el final de la primera representación de Antígona, de Sófocles, en versión de Ernesto Caballero y con dirección de Mauricio García Lozano, uno de los gurús escénicos del teatro y la opera en Latinoamérica, quien se ha rodeado de un equipo en el que también participaban el coreógrafo Ronald Savkovic, el escenógrafo Ricardo Sánchez Cuerda, el iluminador Pedro Yagüe y el músico Pablo Salinas.

Era el último estreno (estará hasta el 28 de agosto) que acogía el Teatro Romano en esta 57 edición del Festival de Mérida que ha estado marcada por tres versiones distintas de uno de los más bellos textos grecolatinos, una situada en la España de la Guerra Civil, otra en el siglo XXI y esta, que ha dejado fluir la propuesta original de Sófocles cuya tragedia está considerada obra fundamental de la literatura grecolatina.

Precisamente la obra y el trabajo de los actores debió ser el aliciente que tuvo el público para aguantar lo que eufemísticamente se podría haber titulado Antígona en llamas, ya que la temperatura no bajó de los 30 grados marcando la noche como la más calurosa de este verano emeritense, ya que se prevé descienda en días posteriores.

Ello facilitará el trabajo de ese nutrido grupo de 27 actores y siete niñas encabezados por Marta Etura, una Antígona menuda, lo que hace que aún contraste más ese gran poder que emana y que se asienta en su respeto por las leyes de la naturaleza. Junto a ella y como partenaire está Antonio Gil, un actor extremeño que habitualmente trabaja en Francia e Inglaterra bajo la dirección de popes de la escena como Peter Brook y Simon McBurney y no precisamente como actor secundario, sino con papeles protagonistas. Junto a ellos destacaron con su trabajo María Botto, Elías González, Alberto Amarilla, David Luque y Rosa Manteiga.

Y ese regalo que Portillo se ha hecho a sí misma y al festival (no ha cobrado por ello) aceptando la propuesta de García Lozano para que el corto papel del viejo adivino Tiresias se convirtiera, con ella interpretándolo, en un ser telúrico, mitad hombre mitad mujer, mitad brujo mitad hechicero, algo sobrenatural al tiempo que animalesco… Fue una breve e intensa interpretación con la que Portillo dejó paralizado al público, y no es una metáfora, ya que por unos segundos los espectadores dejaron de mover compulsivamente esos abanicos que no pararon de cumplir su función durante toda la noche y que, vistos de manera conjunta, ofrecían una curiosa estampa, a modo de collage móvil.

Portillo reconocía al terminar la función que este trabajo le ha dado muchas satisfacciones, aunque no opine igual de su papel como codirectora del Festival de Mérida, junto a la productora Chusa Martín, ya que las tensiones y las dificultades aparecieron desde que tomó las riendas de esta conocida muestra. Quizá la más mediática fue la que saltó tras tener que retirar de la exposición Camerinos, del fotógrafo Sergio Parra, la foto de Asier Etxeandia, que recogía un momento previo a una representación de Infierno, de Tomaz Pandur en el que el actor está siendo maquillado para representar a Dante y tapa sus genitales con una postal de El Cristo de Velázquez, lo que provocó las iras de un grupo de católicos que exigieron la retirada de esta imagen.

A partir de esos hechos Portillo y Martín anunciaron que se irían del festival cuando venciera su contrato, tras esta edición. No obstante, en esa decisión, influyó también la existencia de muchos problemas económicos y de dirección. Son los que están marcando esta edición, la primera y última que aborda Portillo, hasta el punto de que entre la profesión y en Mérida corre el chascarrillo de que «el festival se ha quedado sin blanca», en clara alusión a la marcha de la actriz y a la falta de fondos para cubrir diversos gastos y salarios.

FUENTE: http://www.elpais.com/articulo/cultura/Blanca/Portillo/compensada/triunfo/Antigona/elpten/20110812elpepucul_3/Tes