Miguel Ángel Criado | Madrid www.lavozdeasturias.com 11/09/2010

Arqueobotánicos hallan la composición vegetal de varias medicinas recogidas de un navío naufragado hace 2.000 años.

Zanahorias, apio, berza, corteza de roble o milenrama eran algunos de los ingredientes de las medicinas de la Roma clásica. Una serie de tabletas encontradas aún secas en un barco hundido frente a las costas de la Toscana italiana hace más de 2.000 años han permitido conocer los detalles de la farmacopea clásica.

Dos arqueobotánicos del Instituto Smithsonian (EEUU) han analizado las pastillas, encontrando varios componentes de origen vegetal. Tomaron muestras del ADN de los cloroplastos unos orgánulos presentes en las células vegetales encargados de la fotosíntesis para secuenciarlas. Tras compararlas con bancos de datos de genética han comprobado que la medicina romana parecía una huerta. Además de las mencionadas, hallaron rábano, cebolla, espino blanco, perejil o castañas, todas plantas mediterráneas. Más extraña es la presencia de hibisco, originario del Asia oriental.

Como explica el botánico del Museo de Historia Natural del Instituto Smithsonian Alain Touwaide, «es la primera vez que vemos la práctica de los grandes teóricos de la medicina clásica, como Galeno de Pérgamo o Pedanius Dioscórides». Touwaide y su colega Robert Fleischer presentaron los primeros datos de su trabajo en un simposio de arqueología biomolecular celebrado hasta ayer en Copenhague.

Eficacia en estudio
«Antes de determinar su eficacia, aún tenemos que confirmar la identificación de las plantas. Por ahora, lo que tiene en común esta composición con los textos antiguos es el tratamiento de la disentería. Podría haber sido útil para los navegantes», dice Touwaide.

La composición de las tabletas, de color verde y amalgamadas con arcilla, coincide en parte con las sustancias prescritas en algunos de los tratados de medicina de la era clásica. La milenrama (Achillea millefolium), por ejemplo, era usada para tratar las heridas. También contiene azuleno, un antiinflamatorio natural. El griego Pedanius Dioscórides, en su De materia medica, explica que esta planta es adecuada para las efusiones de sangre, llagas y heridas. Los médicos romanos usaban la zanahoria como un curalotodo.

«Este trabajo nos da las claves de las medicinas antiguas», opina un Touwaide que también es uno de los responsables del Instituto para la Conservación de las Tradiciones Médicas. Esta organización quiere, a la luz de la ciencia moderna, recuperar lo valioso de la medicina antigua. «La investigación farmacéutica está parada; es fundamental capitalizar el conocimiento acumulado durante siglos», explica.

Pero su análisis deja un interrogante. En las pastillas hay también girasol, una planta americana que los romanos no podían conocer. Aunque creen que se debe a una contaminación, de no ser así, habría que reescribir la historia de la difusión de las plantas.