Carmona (Sevilla) | EUROPA PRESS

La Comisión provincial de Patrimonio Histórico aprobó el pasado 17 de diciembre la instalación de una estructura techada sostenida por pilotes sobre la tumba de las Guirnaldas de la necrópolis romana de Carmona (Sevilla), al objeto de probar este método como medida de conservación frente a la erosión que sufre el subsuelo del conjunto funerario quizá por la acumulación de agua en los parterres que custodian cada uno de los sepulcros.

En un comunicado, la Consejería de Cultura informó de que esta tumba lleva ya un año monitorizada dentro de las investigaciones impulsadas por dicho departamento y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) para resolver si los parterres o terrarios creados en el siglo XIX por el arqueólogo Jorge Bonsor en torno a las fosas son los responsables del incremento de la erosión del terreno por la acumulación de agua.

En esta tumba, previa inversión de 291.316 euros, la Consejería de Cultura instalará una estructura techada sobre pilotes que evitará la entrada de agua y de sol, los dos componentes que supuestamente inciden sobre la conservación de los sepulcros. Un sistema de pasarelas y expositores permitirán la visita de este sector y el entendimiento de su contenido a los visitantes.

El director del Conjunto Arqueológico de Carmona, Ignacio Rodríguez Temiño, ya había anunciado a Europa Press que las investigaciones protagonizadas por el CSIC en torno a esta fosa enclavada en un recinto funerario del siglo I después de Cristo había propiciado el descubrimiento de una nueva inhumación, si bien su reflejo se documenta sólo en lecturas geofísicas y no se ha excavado la zona.

Los trabajos desarrollados por un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y por los miembros del Conjunto Arqueológico van encaminados a dilucidar si los parterres en sí suponen un ‘perjuicio’ expreso para la conservación y el mantenimiento del conjunto funerario, pues sus toneladas de tierra actúan ‘como una esponja’ sobre las tumbas y propician el permanente ‘ambiente húmedo’ que envuelve a los sepulcros, lo que a su vez derivaría en un incremento de la erosión al estar el subsuelo formado por calcarenita terciaria.

La tesis de los investigadores, explicaba Rodríguez Temiño, es que las toneladas de calcarenita terciaria actúan como una ‘esponja’ y conservan y filtran el agua de las precipitaciones creando una permanente atmósfera ‘humedad’ en los sepulcros, formados por materiales erosionables.