M. Vázques | Silla (Valencia) www.levante-emv.com 13/02/2011
Cuatro villas romanas delimitan el municipio. El Camí Vell de Russafa que atraviesa Silla es en realidad, según algunos especialistas, la Vía Augusta. El paso de una arteria de comunicación de tal magnitud en la Hispania de los siglos I y II dejó tras de sí una estela de asentamientos que hoy salen a luz y dibujan un mapa de lo que fue la vida local a principios de nuestra era.
Levantar una piedra en Silla es, prácticamente, abrir una puerta hacia el pasado. Y es que, la riqueza arqueológica de la localidad es tal que, en ocasiones, las piezas romanas o islámicas afloran fácilmente a la superficie en actos cotidianos como labrar la tierra o pasear por el marjal. Por eso, desde el ayuntamiento se hace especial hincapié en potenciar esta faceta local, desconocida para muchos y, sin embargo, de un valor histórico y patrimonial incalculable.
Las últimas obras acometidas en las afueras de Silla han sacado a la luz el pasado más remoto de la localidad, vinculado al mundo romano y a la fundación de la ciudad de Valencia, allá por el 138 a.C., y han dibujado el mapa de la localidad a partir del siglo II antes de nuestra era.
En aquellos momentos, Silla era una «»villae», una de las explotaciones agrarias situadas en la centuriación que rodeaba la Vía Augusta», cuyo posible trazado atraviesa el término municipal en lo que actualmente es el Camí Vell de Russafa. Ese primer poblamiento, de carácter más estable que las visitas ocasionales que se produjeron en la prehistoria, está documentado por los «testimonios arqueológicos hallados en la zona del Alter, como monedas republicanas, sillares, bases y maderas de columna, piedras de molino y fragmentos de cerámica», según fuentes municipales.
Los asentamientos
Más tarde, entre el siglo I y el II, nacieron otros asentamientos romanos en el área como la villa, con termas incluidas, descubierta en lo que hoy es el centro neurálgico de la población: el antiguo salón de plenos municipal, ubicado junto a la plaza del Poble. Junto a ella se levantó después una construcción que, con el tiempo, pasaría a convertirse en uno de los símbolos de la localidad: la torre musulmana, fortaleza del siglo XI que formó parte del cinturón defensivo de la ciudad de Valencia. Tanto la villa como las termas y la torre forman parte de la colección museográfica que el consistorio ha dispuesto en las dependencias municipales.
En aquellos momentos, había unas salinas en l’Albufera que eran utilizadas desde la época cartaginesa como factoría de salazones. Pese a que diversas fuentes romanas hablan de la presencia del pueblo de Aníbal en lo que actualmente es Silla, lo cierto es que aún no se han encontrado evidencias arqueológicas que así lo confirmen, tal como señala el alcalde, Francesc Baixauli. La existencia de las salinas viene reforzada, añade, por la toponimia del lugar: la partida del Saladar, en Silla, y El Saler, en Valencia.
Según los especialistas, entonces el puerto del municipio estaba, precisamente, en el entorno del camino del Saladar: una vía recta -en origen una acequia- que se dirige hacia l’Albufera y que «estaba diseñada de tal forma que permitía salir al lago con viento de poniente, sin esfuerzo y sin tener que remar con pértiga», indica el edil.
Relativamente próxima a este puerto se encontraba ubicada otra villa romana en lo que actualmente es el Mas de Baix. La edificación estaba relacionada con el mundo de la pesca, como así demuestra la colección de aparejos de este oficio que han sido recuperados durante las excavaciones del yacimiento. El asentamiento fue reutilizado posteriormente en época islámica y se ha convertido en una fuente inagotable de conocimiento histórico por la gran cantidad de material que se ha descubierto en su entorno: las huertas próximas estaban repletas de fragmentos de cerámicas romanas visibles antes, incluso, de las excavaciones arqueológicas.
El paso de la Vía Augusta
Hacia el sur, muy cerca de la avenida d’Alacant y al borde del Camí Vell de Russafa, hay otra villa romana que refuerza la hipótesis de que esta última carretera sea la Vía Augusta. Se trata de una edificación que, por su distribución interna y el tipo de decoración hallado entre sus muros, «parece ser una posada», un refugio para los viajeros que atravesasen el territorio siguiendo una de las vías de comunicación más importantes de la Hispania Romana. Según Baixauli, «es lógico pensar que la posada se ubicaría en una vía destacada de comunicación y no en un camino poco transitado», lo que, a su juicio, avala la teoría de que el Camí Vell de Russafa es la Vía Augusta.
Y, por último, ya casi en la linde con el término de Sollana, se encuentra la Venta de Ferrer, otra villa romana que hasta el siglo XIX apareció documentada como un mesón de carretera.