El
Miércoles
de Ceniza,
en los
cines de
Estados
Unidos
será
Viernes
Santo. La
película
de Mel
Gibson
sobre la
crucifixión
de
Jesucristo
se estrena
ese día en
más de
2.800
salas. El
revuelo es
considerable.
Cientos de
miles de
personas
ya
adquirieron
entradas
con
anticipación.
Pero
además
habrá
acciones
de
protesta.
Nunca
antes una
película
sobre
Jesucristo
generó
tanta
polémica
como La
pasión de
Cristo.
En pocos
días,
Gibson
recuperará
seguramente
los
alrededor
de 30
millones
de dólares
que
invirtió
en la
producción.
"Y eso que
al
principio
todo
parecía un
gran
chasco",
comenta el
especialista
en
historia
del cine
Tom
O’Neil.
¿Una cinta
chorreando
sangre
sobre las
últimas
horas de
Jesucristo?
¿En arameo
y latín
con
subtítulos?
El
ambicioso
proyecto
de un Mel
Gibson que
al parecer
se había
vuelto
loco, era
considerado
un trágico
fracaso.
Pero
entonces,
hace unos
meses un
hombre
pidió la
palabra, y
ahora, en
perspectiva,
puede ser
visto como
un
salvador.
"Estamos
muy
preocupados",
dijo
Abraham
Foxman,
director
estadounidense
de la Liga
Antidifamación
Judía (ADL),
que había
tenido
acceso a
una copia
del guión.
La
película
aviva "el
odio, la
intolerancia
y el
antisemitismo",
sostuvo.
El
predicador
conservador
protestante
Ted
Haggard,
por el
contrario,
aseguró
que La
pasión de
Cristo
es
"sincera e
históricamente
correcta".
Los medios
comenzaron
a prestar
atención
al asunto.
Rápidamente
la
marginal
cinta con
Jim
Caviezel
en el
papel de
Jesús se
convirtió
en un tema
caliente
de
Hollywood.
En la
controversia,
los
encargados
de
relaciones
públicas
de Gibson
vieron su
oportunidad
según el
lema: "No
hay mala
publicidad;
lo único
malo es no
tener
publicidad".
Pronto
comenzaron
a aparecer
fragmentos
de la
cinta en
Internet y
se
celebraron
proyecciones
especiales
para
personalidades
cristianas
y judías
con
montajes
que se
modificaban
una y otra
vez. Cada
vez
aparecían
nuevos
argumentos
que
avivaban
el fuego
del
debate.
"Ésta es
la mejor
campaña de
‘marketing’
que vi
jamás",
dijo
Gibson a
la revista
The New
Yorker.
Posiblemente
en
referencia
a Foxman,
el
vicepresidente
del
Congreso
Mundial
Judío,
Elan
Steinberg,
dijo que
las
protestas
fueron
justamente
las que
despertaron
el interés
por la
película.
Finalmente,
hasta el
Papa Juan
Pablo II
la vio. Y
Foxman
pidió al
Santo
Padre que
interviniera
para
evitar la
representación
de los
judíos
como "canallas
sedientos
de
sangre".
Pero Juan
Pablo II
calló. En
su lugar
respondió
el
arzobispo
estadounidense
John Foley.
La
película
refleja
"los
hechos
históricos
de la
pasión
ateniéndose
fielmente
a los
Evangelios",
dijo.