Esteban Bérchez (IES Luis Vives de Valencia) y Jorge Tárrega (IES El Grao de Valencia) | 23/01/2008

Nos han molestado enormemente los comentarios de los profesores Carlos Cabanillas en su bitácora y de Antonio González en culturaclasica.com, páginas que hemos seguido asiduamente desde que se abrieron y compañeros a los que siempre hemos respetado por su ingente labor por y para las clásicas. Los que firmamos este escrito somos de enseñanzas medias, ni superiores ni inferiores, sino medias. No tenemos ningún complejo por dar clases en institutos año tras año, ni se nos caen los anillos por ver cómo nosotros ponemos los cimientos, y luego otros profesores recogen en la Universidad a algunos de nuestros alumnos. Damos todo tipo de brincos para transmitir el legado clásico en la Cultura Clásica de tercero y cuarto de la E.S.O., peleamos por conjugar el rigor y el placer en el Latín y el Griego de Bachiller, intentamos que nuestros alumnos saquen las mejores notas en Selectividad, y lucharemos lo indecible para motivar la asignatura de Latín en 4º o todo lo que pueda venir. Somos referentes para nuestros alumnos, somos los transmisores de nuestras raíces, pasamos el testigo de un orgullo y de una tradición. Y somos totalmente conscientes de ello.

Esteban Bérchez (IES Luis Vives de Valencia) y Jorge Tárrega (IES El Grao de Valencia) | 23/01/2008

Nos han molestado enormemente los comentarios de los profesores Carlos Cabanillas en su bitácora y de Antonio González en culturaclasica.com, páginas que hemos seguido asiduamente desde que se abrieron y compañeros a los que siempre hemos respetado por su ingente labor por y para las clásicas. Los que firmamos este escrito somos de enseñanzas medias, ni superiores ni inferiores, sino medias. No tenemos ningún complejo por dar clases en institutos año tras año, ni se nos caen los anillos por ver cómo nosotros ponemos los cimientos, y luego otros profesores recogen en la Universidad a algunos de nuestros alumnos. Damos todo tipo de brincos para transmitir el legado clásico en la Cultura Clásica de tercero y cuarto de la E.S.O., peleamos por conjugar el rigor y el placer en el Latín y el Griego de Bachiller, intentamos que nuestros alumnos saquen las mejores notas en Selectividad, y lucharemos lo indecible para motivar la asignatura de Latín en 4º o todo lo que pueda venir. Somos referentes para nuestros alumnos, somos los transmisores de nuestras raíces, pasamos el testigo de un orgullo y de una tradición. Y somos totalmente conscientes de ello.

Ahora bien, el contagiar una ilusión y una pasión a chavales de 14-18 años parte de unos conocimientos adquiridos en una Universidad, juzgados en una oposición y potenciados, reelaborados, desarrollados a partir de la unión en foros, páginas WEB, blogs, concursos, representaciones, excursiones y… congresos, sí… congresos. ¿O es que no podemos salir de la mitología, la vida cotidiana y, en el mejor de los casos, las declinaciones? ¿Es pecado escuchar a aquellos que hablen de temas más concretos, o incluso de los mismos temas que impartimos en las aulas, pero con otra perspectiva? ¿Es una “fruslería” dedicar una semana cada cuatro años a ir más allá, alimentar nuestra mente con conferencias de investigadores reconocidos de España e incluso algunos del resto del mundo? ¿Es una “fruslería” escuchar al profesor Vidal hablar de Literatura Imperial o a los profesores Gil, Codoñer y Mestre de Humanismo? Por cierto, “catedráticos” todos ellos, con perdón. Disculpen, pero para nosotros fue un placer y un auténtico lujo. Nos encanta dar clases de cultura clásica —se lo podemos asegurar—, pero también nos gusta seguir aprendiendo y ver por dónde va la filología clásica española en el siglo XXI. En España se ha avanzado una barbaridad tanto en el ámbito de la docencia, como en el de la investigación. El congreso de Valencia fue prueba de ello. Y sí: fue un éxito. Un éxito rotundo. Hubo conferencias simultáneas en doce salas, en las que se trataba todo tipo de temas relacionados con el mundo clásico. Cada asistente, daba igual que fuese profesor de instituto, de facultad, estudiante o cualquiera, iba a la charla que le apetecía sobre el tema que le interesaba. Escuchaban y aprendían. Escuchábamos y aprendíamos. Y estuvieron los talleres que prepararon los profesores de “medias”, y las representaciones de teatro clásico dirigidas por profesores de “medias” y, por supuesto, la boda romana, en la que participaron algunos profesores de “medias” con sus alumnos. Y sabemos que gustó. A nosotros desde luego. Pero no fue lo único, y sobre todo no fue lo único trabajado, lo único interesante o atractivo. Todas las actividades del congreso, inauguración o cenas incluidas, estuvieron metódicamente preparadas por la organización del congreso. ¿No estuvo presente la docencia en las aulas al tratar temas de nuevas tecnologías, nuevos planes en el aula magna o en las salas dedicadas a “didáctica”? ¿No hablaron Mercedes Madrid, Francisco Cortés o María Ángeles Martín? ¿Por dónde anduvo aquel que critica la excluyente “elevación” del congreso? ¿Es que no oyó a muchos profesores de instituto hablar de los problemas del latín y del griego en los planes actuales? ¿Es que no estuvo primero en las ponencias y luego en los pasillos? ¿No le dieron proyectos de asignaturas en E.S.O. y Bachillerato? ¿No conoció, gracias a este encuentro, a numerosos colegas con los mismos afanes? Es tremendamente injusto —y esto es lo que más nos ha dolido— que se haya criticado a la dirección nacional o local de la SEEC por el XII congreso. Hemos visto cómo organizaron todo, cómo iban los meses antes y cómo corrían arriba y abajo esa semana. Los errores, por lo demás humanos, no deberían ser atribuidos a una mala intención o a una negligencia, sino a las circunstancias y a la evidente envergadura de tal evento. No olvidemos que es la primera vez que se incluyen en el congreso nacional de la SEEC tantas actividades dedicadas a secundaria y a la transmisión de la cultura grecolatina en institutos. Desconocemos si en esto tiene más mérito la Junta Nacional o la de Valencia, pero lo cierto es que, tanto una como otra han colaborado y son responsables del grandísimo impacto del congreso.

Nosotros así lo sentimos y así lo vivimos. Fuimos a muchas conferencias, sentados en el aula magna o en clases pequeñas entremezclados con estudiantes, catedráticos, profesores de aquí y de allá o gente de a pie. Participamos en múltiples actividades, entre otras cosas gracias a los permisos que la organización pidió a Educación. Disfrutamos y, sobre todo, aprendimos. Somos profesores de instituto y seremos, mientras nos dejen, profesores de instituto. Nos gusta el mundo clásico, nos gustan los congresos y nos gustan, por ejemplo, las jornadas alentadas por la delegación de la SEEC en Valencia, dirigida hasta ahora por el prof. Siles. Convendría, pues, recordar a los que han criticado sin fundamento la labor de Jaime Siles que, como presidente de la SEEC en Valencia viene organizando una o dos veces al año unas jornadas de clásicas, dejando siempre un tiempo para que se hable de didáctica de la cultura clásica, del latín o del griego. Pero también de temas que no vemos en los institutos. Nos gusta y nos anima la constante preocupación que el prof. Siles ha mostrado SIEMPRE hacia los problemas de las clásicas en los institutos, cursos u oposiciones incluidos. Dejemos, pues, que candidaturas como la de Jaime Siles, o la de López Eire, ambas consagradas personalidades del mundo de la Filología Clásica, sigan potenciando tanto unas cosas como las otras. Y respétese, por favor, a Jaime Siles. No pretende ser ésta en absoluto una carta de apoyo a su candidatura, sino una respuesta al inmerecido ataque que su proyecto y su labor previa han recibido. Respetamos muchísimo tanto al profesor Siles, como al profesor López Eire. A los dos deseamos lo mejor en las elecciones. Los dos, no nos cabe la menor duda, lucharán por nuestros estudios. Pensar lo contrario sería, a nuestro juicio, equivocarse. Y sobre todo, gane el que gane, juéguese limpio, dígase la verdad, evítense críticas inciertas o ataques innecesarios y estemos todos juntos, ya que, al fin y al cabo, todos juntos vamos a tener que pelear por nuestros estudios. Ne Hercules quidem aduersus duos.

Esteban Bérchez del IES Luis Vives de Valencia
Jorge Tárrega del IES El Grao de Valencia