Emperador romano de origen ilirio (270-275). De origen humilde, pronto destacó
en diversos cargos de la administración romana, y llegó a ser embajador en
Persia (260). Estuvo implicado en los conflictos internos que sacudieron el
imperio, y combatió contra los godos y los alamanes a las órdenes de Claudio II,
el Gótico. Al llegar al poder hubo de hacer frente a numerosas invasiones
germánicas, a las que derrotó en una serie de batallas; a continuación marchó a
Oriente, que había caído en manos de Zenobia de Palmira, e inició una doble
ofensiva a través de Egipto y Asia Menor, que culminó en la batalla de Emesa
(273), donde la infantería romana fue determinante. Tras destruir el reino de
Palmira, se dedicó a consolidar la situación interna, por lo que tuvo que
sofocar varias rebeliones, al tiempo que volvía a incorporar la parte
occidental del imperio. Murió en Tracia, mientras preparaba una campaña contra
Persia.
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