Carlos Álvaro Roldán | Berín www.elmundo.com 26/06/2008
Abre en el Museo de Pérgamo una gran exposición sobre la metrópoli. La ‘Verdad’ científica y artística y los ‘Mitos’ extendidos hasta nuestros días. La muestra, que ha costado un millón de euros en preparativos, se podrá ver hasta el 5 de octubre y se esperan más de 300.000 visitantes.
La dos veces milenaria metrópoli de Babilonia, ‘La Puerta de Dios’ a orillas del río Éufrates, siempre ha gozado de una casi obsesiva ‘mala prensa’ en la cultura de influencia cristiana. Ello hay que agradecérselo inicialmente a la Biblia, más en concreto al Apocalipsis atribuido a Juan, y a la labor de Agustín de Hipona, conocido como San Agustín, y al reformador Lutero.
Para ellos la desaparecida ciudad que logró su edad de oro con el rey caldeo Nabucodonosor II (640-562 A.C.) fue la representación en la Tierra del pecado, la lujuria y la corrupción. Y por ello, según el Nuevo Testamento, fue ‘destruida’ por Dios para acabar con esa «habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo». La Ciencia, sin embargo, nunca ha confirmado este final.
En un intento de rehabilitar la antigua civilización mesopotámica a los ojos del siglo XXI y mostrar su influencia en el mundo actual, los museos estatales de Berlín, en colaboración con el Museo del Louvre de París y el British Museum de Londres, han presentado una gran exposición internacional, ‘Babilonia: Verdad y Mitos’, ubicada en la ‘isla de los museos’ de la capital alemana. La muestra, que ha costado un millón de euros en preparativos, se podrá ver hasta el 5 de octubre y se esperan más de 300.000 visitantes.
La gran cita multidisciplinar con acceso desde el Museo de Pérgamo es para el director general de los Museos Estatales de Berlín, Peter-Klaus Schuster, una «exposición doble» perfectamente diferenciada, donde se enseña por un lado la realidad de Babilonia corroborada por la Ciencia, ‘Verdad’, junto a otra visión, ‘Mitos’, que subsiste en el imaginario pese a que los arqueólogos ya hace tiempo que la dejaron atrás.
Schuster ha confirmado durante la presentación de la cita babilónica que la exposición cuenta con más de 800 piezas de las que «el 50%» procede de distintos museos alemanes, y el resto de fuera del país. Desde 1899 hasta la Primera Guerra Mundial, las excavaciones arqueológicas germanas iniciadas por Robert Koldeweys en la ubicación de la histórica urbe, a unos 90 kilómetros al sur de Bagdad volcado sobre el Éufrates, permitieron a este país europeo hacerse con numerosos tesoros, robados para unos, salvados de la destrucción según otros.
Por ello la zona de la ‘Verdad’ en la exposición berlinesa cuenta con dos joyas que habitualmente se pueden ver en el Museo de Pérgamo: la reconstruida Puerta norte de Ishtar, una de las ocho con que contaba Babilonia en el reinado de Nabucodonosor, y el Paseo Procesional decorado por figuras míticas como el dragón, representación del entonces dios único, Marduk.
La escritura y las estrellas
En medio del paseo se puede apreciar los restos de las murallas, que según el historiador Herodoto medían de alto «200 codos reales, tres dedos mayores que el codo común u ordinario». Junto a decenas de objetos que confirman que en Babilonia se desarrolló uno de los primeros sistemas de escritura, la cuneiforme, se localiza una copia del Código de Hammurabi, uno de los más remotos textos legales que se conocen.
Y como ejemplo de la influencia de esta civilización en nuestros días la exposición de Berlín enseña que en ella ya se estudiaron las estrellas, lo que ha aportado mapas de constelaciones, calendarios y algunos fundamentos de Astronomía, Matemáticas y Medicina. Incluso una de las primeras representaciones eróticas que se conocen, en un relieve sobre terracota, fue concebida en esa civilización. Por no hablar de su monoteísmo centrado en el dios Marduk.
El ‘lado oscuro’ de Babilonia, amplificado por el pensamiento cristiano, queda reflejado en el apartado ‘Mitos’. Pinturas, esculturas, carteles, películas y maquetas de la supuesta Torre de Babel enseñan una lúdica Babilonia a lo largo de la Historia donde la maldad, el pecado y la decadencia campan a sus anchas. Y por supuesto enfrentada a Dios. De ahí su castigo bíblico.
Destacable es la proyección del filme ‘Intolerancia’ (1916), de D. H. Griffith, una de las películas más caras de la historia del cine y donde el director estadounidense construyó gigantescos decorados para mostrar una Babilonia abandonada a la pasión desenfrenada e intolerante.
Todos estos ‘Mitos’, explica Schuster, son enderezados en el apartado de la ‘Verdad’. Allí se devuelve a Nabucodonosor II su papel de gran estadista y amante de la belleza, que en la segunda parte de su reinado llevó a Babilonia a su máximo esplendor. Atrás queda la imagen de bestia sangrienta más ocupada en reprimir y conquistar a otros pueblos.
La bíblica destrucción de la Torre de Babel por Dios, que condena a los hombres a hablar un millar de lenguas distintas, puede tener una explicación en que durante el reinado del monarca caldeo Babilonia se había convertido en una ciudad multicultural por su tolerancia en cuyas calles de podían escuchar desde lenguas judías hasta egipcias, persas o el griego.