Ulises Fuente | Santorini (Grecia) www.larazon.es 01/04/2010

La destrucción de la mítica ciudad y de toda la cultura minoica por la explosión de un volcán sirven a Javier Negrete para trazar una novela de catástrofes.

El pasado mañana del hombre tiene mucho del anteayer. Así lo ve Javier Negrete, que se inspira en el mito de la Atlántida para trazar un «thriller histórico-mitológico» que pone al mundo al borde de la destrucción por una catástrofe volcánica con un precedente lejano: la desaparición de la civilización minoica, en siglo XVI a. C., sepultada bajo la explosión del volcán de la isla de Santorini.

Sobre las piedras de lava que hoy componen la «Pompeya del Egeo» se habría levantado una civilización floreciente. Así lo cuentan las ruinas de la sepultada Akrotiri, una pequeña localidad que fue desenterrada en el extremo sur de la isla, dejando ver canalizaciones de agua caliente, saneamientos, una distribución urbanística muy superior a las «polis» griegas, cientos de viviendas de varias alturas decoradas con frescos y vestigios de una lengua perdida.

Explosión nuclear
«Si hubo una ciudad pequeña con ese tipo de avances, es imposible que no hubiera una más grande en toda la isla. La hipótesis más plausible es que toda ella se hundió con la explosión del volcán», dice Javier Negrete, el autor de «Atlántida» (Espasa). «Hace 3.500 años una erupción con una potencia equivalente a cientos de bombas nucleares cubrió Occidente de ceniza.

Provocó un tsunami que acabó con toda la flota marina cretense –cuna de la civilización minoica–, acabó con las cosechas y trajo el hambre durante años a todas las islas del Mediterráneo, además de llevarse por delante la Atlántida», dice Negrete, que sitúa en la isla de Santorini la ubicación más probable del mito platónico. «Hay crónicas en Egipto y China que narran atardeceres espectaculares durante muchos años», cuenta el novelista sobre el escenario del desastre, un lugar llamado Neo Kameni o Caldera Nueva. Groenlandia atestigua en sus estratos milenarios varios centímetros de una explosión que pudo ser equiparable a la del Krakatoa.

«Platón hablaba de una civilización dominante y de una isla que era como un continente. Aunque la situaba en el Atlántico, hoy sabemos que eso es imposible, y también es probable que se exagerasen sus dimensiones con el paso del tiempo», dice el autor, que imagina un enorme volcán de más de 2.000 metros de altura en el centro de la isla, a cuyos pies se habría levantado la mítica ciudad, siguiendo los esquemas de la sepultada Akrotiri. La Atlántida habría aprovechado las aguas termales que manaban de las grietas del volcán, y estaría construida en torno a un sistema de canales naturales. La isla, uno de los destinos turísticos más apreciados del país heleno, tiene hoy 73 kilómetros cuadrados sobre la superficie y una caldera volcánica que dejó un vacío de 83, y que corta en acantilado la geografía de la isla. Esta postal sirvió de inspiración a Negrete para imaginar las consecuencias de la explosión.

Éste es el punto de partida del relato de «Atlántida», última novela del escritor madrileño, ganador del Premio Minotauro 2006 por «Señores del Olimpo», y que pone al lector frente al poder de la naturaleza. «He querido hablar de una civilización antigua y también de la nuestra, para hacernos sentir como parte de sociedades que se creen gigantes pero tienen los pies de barro. Estamos fascinados con las catástrofes. Por mucho que las veamos en televisión no dejamos de sentir esa belleza aterradora de lo que es capaz la madre tierra», afirmaba el escritor, que se ha permitido recrear gráficamente la antigua ciudad.

«Hago localizaciones antes de ponerme a escribir, porque estamos en la cultura del audiovisual y yo concibo así las narraciones», dice el autor de «Salamina». Negrete es profesor de griego en excedencia en el Instituto Gabriel y Galán de Plasencia, y ya había recurrido a los mitos platónicos antes: «Casi todos se pueden convertir en novelas relacionándolos con nuestras preocupaciones actuales; por ejemplo, el cambio climático», asegura.

En la historia utiliza varias tramas, una de ellas situada en torno a 2020, cuando en el camino de una investigadora se cruza un personaje salido de un tiempo pasado. Combinando el presagio y la ficción arqueológica, surge la amenaza de una explosión en cadena de los principales volcanes de la Tierra. Un cataclismo que pone a la humanidad en riesgo, enfrentada a otro de los mitos de Platón, una particular variante de la hipótesis de Gaia. «La humanidad se destruye y renace –dice el escritor–. Y las catástrofes naturales están hoy más vigentes que nunca, por muy acostumbrados que estemos a los efectos especiales. Cuanto más sofisticada es una sociedad, más vulnerable y dependiente se vuelve de lo accesorio».

Son, dice Negrete, «teorías que han defendido los científicos en momentos geológicos como el que la Tierra padeció durante la extinción de los dinosaurios». En su historia, varios protagonistas intentarán evitar la tragedia. Gabriel Espada, un español divorciado entrado en la cuarentena, y una joven megamillonaria a medio camino entre Paris Hilton y Alicia Koplowitz, Sybill Kosmos, que cuentan con la ayuda de un vulcanólogo islandés, Eyvindur, que confirma que se ha producido una alteración magnética a escala planetaria. Pero en este «thriller mitológico» no todos quieren detener el aprieto en el que nos ha puesto Negrete: «Somos hijos de la Atlántida y también podemos terminar bajo el volcán».

El fin de una cultura marinera
Aunque tuvo su sede principal en la isla de Creta, la cultura minoica dominó el Mediterráneo oriental basándose en una poderosa flota militar y comercial que extendió sus dominios a la más meridional de las Islas Cícladas, llamada en origen Strongylle (la redonda), hasta que el volcán le dio su actual forma de cruasán.