Atenas www.elconfidencial.com 29/04/2009
Ha costado años de trabajo y el retraso ha durado, aunque no milenios, sí décadas. El nuevo museo de la Acrópolis, que debería haber estado abierto para cuando Atenas celebró los Juegos Olímpicos en 2004, abrirá sus puertas finalmente el 20 de junio. Sin embargo el edificio, destinado a convertirse en el último hito arquitectónico de la ciudad del Partenón, abrirá con salas vacías, las que deberían contener los frisos del templo de la Acrópolis que desde hace más de dos siglos se encuentran bajo posesión británica.
El ministro de Cultura griego, Antonis Samaras, no podía ocultar su satisfacción cuando tras mostrar las instalaciones al presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durão Barroso, confirmó a la prensa la fecha de la apertura. «Estamos preparando una joya de museo», afirmó, «cuya inauguración, el 20 de junio, va a ser todo un gran evento global».
De todos modos, la fiesta no podrá ser completa: la sala de 25.000 metros cuadrados que debía acoger los frisos del Partenón se quedará vacía de momento. La campaña que desde hace años ha puesto en marcha el Gobierno griego para conseguir que el British Museum de Londres devuelva las piezas que en 1806 Lord Elgin se llevó de Atenas sigue sin dar sus frutos.
En aquel tiempo el territorio griego se encontraba ocupado por los otomanos y bajo el dominio de su imperio. Desde el principio la retirada de los mármoles estuvo cargada de polémica, pero con el paso de los siglos (y la caída del imperio de la Sublime Puerta) el argumento de la institución museística británica cambió: la explicación para negarse a la repatriación de las piezas se convirtió en que en Grecia no tenía ningún museo, entidad o recinto en el que los mármoles pudieran ser mostrados con todas las medidas de seguridad necesarias.
Ese momento parece haber llegado con la construcción del edificio, ideado por el arquitecto franco-suizo Bernard Tschumi. En su interior entra luz natural a raudales, pero los sistemas de control de la temperatura y sus cristales aseguran que ninguna pieza se verá dañada. Esto, sin embargo, no ha sido suficiente para que el Reino Unido acepte de una vez por todas perder este imán para los turistas. Y eso a pesar de que las medidas de seguridad que dicen garantizar los británicos no han sido capaces de evitar que los empleados del museo dañaran las piezas durante los procesos de limpieza a las que fueron sometidas durante el siglo XX, ni que unos escolares rompieran parte de una pieza durante una pelea en el interior de las instalaciones.
Grecia se ha topado de bruces con la rotunda negativa del British Museum, que compró las piezas a Lord Elgin, sobre todo porque las autoridades helenas esperaban que después de que otras instituciones europeas (como el museo Salinas de Palermo, la universidad alemana de Heidelberg o el museo Getty de Los Angeles) decidieran devolverlas a su emplazamiento original. Sin embargo, el museo abrirá sus puertas con el paso al verano y los más de dos millones de visitantes que espera recibir llorarán por la ausencia de unas piezas que tendrán que esperar antes de volver a casa.