EFE | León 17/05/2010

Un estudio sobre el conquistador Alejandro Magno (S.IV a.C) ahonda en aspectos sobre la espiritualidad del emperador griego que hasta ahora eran bastante desconocidos, como que fue un hombre moderno, bondadoso y profundamente religioso.

Así lo recoge una obra que saldrá en otoño, escrita por el anticuario de origen egipcio, afincado en París, Francisco Antonovich, en la que se analiza la iconografía que rodea al que fuera uno de los militares más importantes de la historia.

Antonovich ha analizado la faceta espiritual de Alejandro Magno, un hombre que era profundamente religioso y gran perseguidor de la concordia de la humanidad. Alejandro Magno buscaba el diálogo entre las religiones y así lo ponen de manifiesto los símbolos que aparecen junto a los bustos y esculturas sobre el conquistador, entre otras piezas que perduran, y que aluden al dios Ra, al budismo, y al sistema religioso persa, entre otros.

Y es que no se ceñía a un dios concreto, sino que adoraba a los dioses que adoraban en cada lugar que iba conquistando. Este estudio viene a colmar uno de los grandes vacíos existentes en la bibliografía sobre el conquistador, como es el estudio de su faceta espiritual, hasta ahora «muy descuidada», ha explicado Recio.

Una visión diferente
Hasta ahora se tenía una visión muy diferente de Alejandro Magno, en el sentido de han transcendido aspectos como que era una tirano, un conquistador que quería vengarse de los persas, un dominador, un militar y un homosexual, pero no que fuera profundamente religioso y que buscara la concordia de la humanidad.

Así, y de una manera sencilla, se presenta uno de los motores fundamentales de la actividad de este personaje tan grandioso, aquello que le movía en sus campañas y su ideal de llegar al confín del mundo. Esta publicación, de 600 páginas, contienen una buena parte de las fotografías extraídas de la exposición sobre Alejandro Magno, que se inauguró en marzo de 2009 en el Instituto Bíblico Oriental, y que lo más probable es que una buena parte de las obras que la integran entren a formar parte la colección permanente.