Enrique Castaños | Málaga www.diariosur.es 09/10/2010
El Museo del Patrimonio repasa todos los periodos de esta civilización a través de su artesanía.
La selección de piezas procedentes del Museo Arqueológico Nacional de Madrid que componen esta magnífica exposición de cerámica griega atraviesan un dilatadísimo tiempo histórico que comprende desde la época micénica, hacia el 1300 a. C., hasta los reinos helenísticos, entre los siglos IV y II a. C. Todos los periodos de la historia de la antigua Grecia están aquí recogidos en lo que se refiere a la producción cerámica, una actividad artesanal e incluso industrial que sirvió de soporte al desarrollo de la pintura griega y que se difundió ampliamente gracias a la colonización llevada a cabo por los griegos durante los siglos VII y VI a. C. y al extenso comercio por todo el Mediterráneo que como consecuencia de aquélla mantuvieron las ‘poleis’ griegas. En la pintura de los vasos y objetos de cerámica, cuyos centros fundamentales fueron Atenas, Corinto, Mileto y las ciudades de la Magna Grecia en el sur de la península italiana, objetos que estuvieron sometidos a una evolución constante de técnicas, estilos y motivos, los griegos acertaron a plasmar su elaborada concepción del mundo y de la sociedad, con figuras y temas que no sólo representaban a sus dioses, mitos y héroes, sino también personas corrientes, escenas bélicas y actividades de la vida cotidiana.
La sencillez decorativa de las copas y jarras de época micénica, en concreto del Heládico reciente (s. XII a. C.), se corresponde con la austeridad de costumbres de una sociedad aristocrática como la de los aqueos, dominada por una clase social de guerreros que concedía una enorme importancia a los ritos funerarios y en cuyas tumbas se han encontrado ricos ajuares funerarios.
El siguiente periodo, la llamada Época Oscura o también Homérica, debido a que fue en ella cuando se elaboraron los textos de la ‘Ilíada’ y de la ‘Odisea’, comenzó hacia el 1200 a. C., cuando la invasión de los dorios procedentes del norte, y se extendió hasta finales del siglo VIII. Es en él cuando se desarrolla el conocido Estilo Geométrico, que atraviesa varias fases, pero que en general se caracteriza por el esquematismo de las composiciones, aunque hacia su fase final aparecen ya figuras humanas, casi siempre formando parte de ritos funerarios vinculados a la clase aristocrática que es la única que hace uso de estas piezas de cerámica.
La época de las colonizaciones tiene a la ciudad de Corinto como principal centro de producción cerámica, que se exporta a todo el Mediterráneo. Aparece entonces la técnica de las figuras negras, que abre el camino a la narración pictórica. Esta técnica llegará a su completo desarrollo en Atenas durante el siglo VI, en la época de los tiranos, especialmente Pisístrato y sus hijos.
Nada, sin embargo, comparable a la producción cerámica ateniense durante el siglo V, entre la victoria contra los persas, que trajo consigo el triunfo de la libertad e independencia de Grecia frente al despotismo oriental, y el comienzo de las Guerras del Peloponeso, que supondrán la crisis definitiva de la polis y el declive político de la Hélade. La nueva técnica de figuras rojas sobre un fondo negro supondrá, al igual que otras realizaciones artísticas y espirituales, el triunfo de la inteligencia y el supremo equilibrio entre el ethos y el pathos, esto es, entre el autodominio y el desbordamiento irracional.
El último periodo, el de la época helenística posterior a la muerte de Alejandro, asiste a la disolución definitiva de la más genial invención de los griegos, la polis, y a una crisis espiritual que se traduce en el incremento de los sistemas éticos de pensamiento. El florecimiento cerámico es también extraordinario, asociado sobre todo al ritual funerario.