Macedonia EFE 17/03/2007
Una pequeña ciudad macedonia, ubicada en el cráter de un espectacular volcán apagado, aspira a convertirse en una de las mayores atracciones turísticas del sureste de Europa para reavivar así su pasado glorioso y superar la pobreza en la que vive ahora la población local.
Macedonia EFE 17/03/2007
Una pequeña ciudad macedonia, ubicada en el cráter de un espectacular volcán apagado, aspira a convertirse en una de las mayores atracciones turísticas del sureste de Europa para reavivar así su pasado glorioso y superar la pobreza en la que vive ahora la población local.
El pintoresco municipio de Kratovo, con sus 10.000 habitantes, se encuentra en el monte Osogovo, a una altura de 600 metros, a media hora de la frontera con Bulgaria, en el este del país.
El nombre de la ciudad, que fue fundada antes de la llegada del Imperio romano a la región en el siglo II a.C. procede de la palabra ‘krater’ (cráter).
Un diminuto río divide la ciudad en dos. Sus orillas empinadas se ven unidas por doce puentes medievales, arqueados, que parecen copias reducidas de los famosos puentes florentinos y venecianos.
Uno de ellos se llama ‘el puente de Rada’ y recuerda una triste leyenda, según la cual los constructores no lograban terminar de edificarlo porque se derruía solo, por fuerzas misteriosas. Se decidió sacrificar a una mujer joven con el nombre de Rada. La emparedaron viva en la construcción y sólo dejaron una mama sin cerrar para que su bebé pudiese mamar.
Aparte de los puentes, la ciudad está dominada por seis torres medievales de casi 30 metros de altura cada una, hoy abandonadas, y en torno a las que en su tiempo giraba una intensa actividad económica, que sólo ha sobrevivido en las leyendas.
Gordana Janakievska, una experta local en turismo, asegura que el encanto de la población son precisamente ‘las leyendas en torno a este lugar, el aspecto particular del volcán y la historia de la ciudad’.
Unas 140 grandes figuras de lava convertidas en piedra en las inmediaciones de una cercana aldea y las sendas de la época romana ‘ofrecen posibilidades para el desarrollo del turismo alternativo en esta parte de Europa’, explica.
‘Ahora más que nunca, Kratovo necesita una nueva erupción, no volcánica, sino económica’, dice. Para ello, folletos de propaganda turística recalcan que la gloria de la ciudad, que fue un importante centro minero desde la época romana, se prolongó hasta bien entrado el siglo XIX.
Los romanos fueron los primeros en empezar a explotar las minas de esta zona, donde abundan plomo, zinc, cobre, oro, plata y mármol. En las minas, casi todas cerradas hoy en espera de su privatización, trabajaban en el pasado los mejores mineros de la época, traídos del noroeste de Europa.
Los emperadores y sultanes turcos solían visitar Kratovo para ver de cerca su famosos metales preciosos, el oro y la plata, en el fondo del volcán. Pero la decadencia del Imperio otomano, las guerras balcánicas de comienzos del siglo XX, las dos guerras mundiales y la transición tras el régimen comunista destruyeron económicamente Kratovo.
El desempleo en la zona afecta a casi la mitad de la población y, ante la falta de inversiones en el sector minero, tampoco hay perspectivas para una pronta mejora de la situación. Así las cosas, para muchos quedan sólo los recuerdos de una infancia feliz en Kratovo.
‘Vivimos en el cráter, dormimos en él. Cuando era niño, mi abuela me contaba de noche, al ir a la cama, historias atemorizadoras sobre el volcán’, recuerda Vladimir, un modesto agricultor de 51 años.
En esta región de unos 2.500 kilómetros cuadrados, hubo varios volcanes y por su anterior actividad la tierra sigue siendo muy fértil, ya que contiene numerosos minerales y microelementos.
Pero hoy en día, sólo el humo que sale de las chimeneas de las casas en pleno invierno y que se ve desde kilómetros recuerda que hace millones de años había allí volcanes activos.