P. R. | Oviedo www.lne.es 22/12/2008
Olga Gago, integrante del equipo de excavación del castro, logra la máxima calificación por su tesis sobre los frescos.
Un taller ambulante de procedencia itálica, originario de la zona del Valle del Ebro, realizó las obras de enlucido y pintura de la domus (villa romana) del Chao Samartín de Grandas de Salime. Ésta es una de las conclusiones del trabajo de investigación sobre las pinturas murales de la época romana del castro, realizado por Olga Gago Muñiz, integrante del equipo arqueológico que lo defendió el pasado día 19 en la Facultad de Humanidades de la UNED en Madrid. Dirigida por Carmen Guiral Pelegrín, máxima autoridad española en la pintura de época romana, la investigación de Olga Gago, licenciada en Bellas Artes y Restauración, obtuvo la calificación de sobresaliente, con una puntuación de 9,5.
La tipología de los frescos hallados en la imponente villa romana de Grandas de Salime fue desde el principio uno de los elementos de mayor interés, tanto por la riqueza de motivos como por la perfección de las técnicas utilizadas. La investigadora aborda el estudio del programa ornamental identificado sobre una de las estancias de la gran casa romana en proceso de excavación en el Chao. Los trabajos se desarrollan en el marco del plan arqueológico del Navia-Eo, patrocinado por la Consejería de Cultura, y están dirigidos por el arqueólogo Ángel Villa.
Ahora, tras el estudio hecho por Olga Gago, se conoce que en la producción pictórica del castro pueden distinguirse dos etapas. La primera y fundamental, según la estudiosa, tiene lugar con la construcción y la decoración de la domus. En esa etapa, los integrantes del taller ambulante introducen la técnica y la tendencia pictórica en el castro, pero también decoran otros edificios del pueblo.
Aunque la pintura mural no gozaba de la distinción de obra de arte, había valores como la singularidad y la autenticidad que eran muy apreciados, por lo que el pintor se esmeraba por garantizar a su clientela, en la medida de lo posible, cierta exclusividad. Los talleres ambulantes viajaban con álbumes, una especie de catálogos donde se recogían tanto motivos decorativos como estructuras compositivas sobre los que el cliente podía elegir.
Según las conclusiones del estudio, toda la pintura de la domus parece elaborarse en una fase única, pero es probable que durante las labores de acondicionamiento de la vivienda se produjera algún tipo de desperfecto que obligara a hacer retoques.
La técnica empleada es el fresco con retoques en «secco». La primera se utiliza para pintar fondos y grandes campos, mientras que los detalles y motivos figurativos son ejecutados en «secco». La paleta de colores es muy rica y es especialmente relevante en el caso de la domus, en la que pigmentos como el rojo cinabrio, el azul egipcio o el negro se emplean sin consideración. Abunda el empleo de medias tintas, dando lugar a una gama de color mucho más amplia que la encontrada en el resto del poblado, donde el colorido está formado por cal, carbón y derivados de hierro, formando blanco, negro, amarillo, rojo burdeos y verde. En los muros de la domus se recogen los colores blanco, negro, amarillo, ocre, tres tipos de rojo, rosa, naranja, morado, azul, al menos dos tipos de verde y marrón.
En lo que respecta a los esquemas compositivos, se adopta la estructura tripartita propia de la pintura romana, con imitaciones de granito en la parte baja y alternancia de paneles anchos y estrechos en la zona media.
La impresionante construcción romana que domina el castro del Chao Samartín revela la presencia en Grandas, hacia mediados del siglo I, de una aristocracia romana que construyó una residencia en un lugar en el que hasta entonces lo habitual eran las cabañas castreñas. La importancia de la casa revela que sus propietarios disponían de los suficientes medios para poder contar con artistas del exterior para ocuparse de la decoración.