Javier Mazorra | Cuenca www.ocholeguas.com 07/09/2009
Con tres significativos yacimientos repartidos estratégicamente al norte, sur y oeste de la provincia además de un importante museo en la capital, Cuenca es el lugar perfecto para conocer los secretos de la España romana y al mismo tiempo explorar sus insólitos paisajes.
Aunque hay restos romanos por toda la península, en pocos lugares se cuenta con una muestra tan completa y variada de monumentos como en esta parte de Castilla-La Mancha. En un radio de algo más de cien kilómetros, se pueden explorar lugares tan fascinantes como Segóbriga, Ercávica o Valeria para luego conocer sus tesoros en el Museo Provincial. Ninguna de ellas fue una gran metrópoli, pero su estado de conservación y sobre todo su emplazamiento las hace únicas. Y lo más increíble es que todavía, salvo a la primera, casi nadie las conoce, lo que permite sentirse pionero y descubridor.
Es importante escoger un buen sitio donde alojarse, equidistante de las tres pero también cercano a la capital. Hay varios candidatos pero resulta difícil competir con la Casita roja de Cabrejas, el lugar perfecto donde encontrar refugio después de haber buceado por nuestra historia remota. A más de mil metros de altura, en mitad de un bosque encantado pero a sólo quince minutos de las Casas Colgadas, este hotelito rural con sus habitaciones verdes, azules o amarillas y nombres de plantas silvestres, es absolutamente delicioso.
A la sombra del castillo
Se puede comenzar la exploración en Valeria, a unos 50 kilómetros de Cabrejas, donde en un paisaje que nos va a recordar de inmediato el de la misma Cuenca, con su laberinto de hoces, se esconden los restos de un espectacular foro que llama de inmediato la atención por un monumental ninfeo. Desde Cuenca hasta Valeria hay que tomar la N-320 y, después, la CM-2100. Todo ello, a la sombra de un castillo cuyos orígenes son romanos pero que después sería remodelado en épocas árabe y cristiana cuando se construye la iglesia románica de la que aún se pueden ver sus ruinas.
Desde allí se domina gran parte del sur de la provincia de Cuenca, a medida que se va recorriendo un sendero que bordea el perímetro urbano que al mismo tiempo es el de fortaleza natural donde se encuentra. Paneles explicativos no sólo nos cuentan la historia de esta ciudad romana sino también las curiosidades geológicas y los animales que la pueblan. De tanto en tanto, aparecen restos de casas trogloditas que de una u otra forma sobrevivieron la ocupación romana.
En los límites de la provincia con Guadalajara, en el término municipal de Cañaveruelas, aparece otro tipo de yacimiento muy distinto al poderse ver con toda claridad un entramado urbano donde permanecen en pie alzados de más de dos metros de altura.
Crónicas de la época
Situada en el cerro de Santaver, a orillas del embalse de Buendía, Ercávica es la ciudad romana de la Alcarria. Emitió moneda durante la República portando el nombre en caracteres ibéricos y con Augusto, Tiberio y Caligula en latín. Irrumpe en la Historia en el 179 a. C. gracias al relato que nos ha dejado Tito Livio. Cuenta cómo durante la campaña de Tiberio Sempronio Graco contra las comunidades celtibéricas fue sometida al rendirse tras cinco días de asedio. Bajo el mandato de Augusto culminaría su romanización obteniendo el privilegiado estatuto de municipio.
La gran estrella de esta ruta romana por Cuenca es, sin embargo, Segóbriga, donde se ha creado un parque arqueológicos a su alrededor. El emplazamiento es algo menos llamativo, pero los restos monumentales son impresionantes, comenzando por el anfiteatro. Hay además termas monumentales, un teatro, varios templos incluido uno rupestre dedicado a Diana e incluso su importancia posterior a la romanización queda reflejada en la basílica visigoda que se ha encontrado en el cerro de Cabeza de Griego.
Para conocer las estatuas, tesoros y riquezas encontrados no sólo en estos tres yacimientos sino en otros muchos de la provincia hay que acercarse al Museo Provincial, en pleno casco antiguo de Cuenca, donde tanto Segóbriga, como Valeria y Ercávica tienen dedicadas unas salas monográficas.