Mari Paz Díaz www.huelvabuenasnoticias.comAlgunos yacimientos de la capital onubense se encuentran entre los más valorados de todo el Mediterráneo Occidental. Su estudio ha permitido comprobar la importancia de Onoba Aestuaria, una ciudad que tuvo un papel estratégico frente a la concepción tradicional que desmerecía a la Huelva romana, una consideración errónea que se basaba en la inexistencia de datos.
La historia de Huelva es tan rica que no deja de sorprendernos. Especialmente cuando nos referimos a una época tan apasionante como la impronta de la civilización romana. Una etapa desconocida todavía en muchos aspectos en la provincia de Huelva, pero de la que se van destapando cada vez más datos gracias a los trabajos de investigación que se realizan sobre los restos arqueológicos existentes en el subsuelo onubense.
Y es que nadie puede poner en duda que la ciudad de Huelva esconde bajo sus pies siglos de historia. Una afirmación que los onubenses pueden presuponer después de las referencias que existen sobre la presencia en Huelva de Tarteso, los fenicios o los griegos.
Todo ello hace que Huelva, desde el punto de vista de la investigación, cuente con unos yacimientos arqueológicos que están entre los más valorados de la Península Ibérica y de todo el Mediterráneo occidental, ya que abarca una secuencia cronológica situada entre la Protohistoria hasta la actualidad.
Sin embargo, hasta estudios recientes, pocos onubenses sabían que los romanos se asentaron en la ciudad de Huelva, llamada entonces Onoba Aestuaria. Y que lo hicieron con la misma intensidad que en otros lugares de la provincia y del resto de la Península. El catedrático de Arqueología de la Universidad de Huelva, Juan Manuel Campos, explica que el motivo de este hecho ha sido “el halo de oscuridad que ha envuelto al periodo romano de nuestra historia, que ha provocado no sólo un desconocimiento a nivel popular, sino incluso un desmerecimiento en los círculos investigadores, que no han dudado en otorgar a la ciudad calificativos como pobre o de escasa relevancia en el panorama de la romanización hispana”.
Hasta cierto punto, no era extraño que se tuviera esta impresión del asentamiento de la civilización romana en Huelva capital, porque los únicos datos que tradicionalmente existían sobre Onoba eran comentarios inconexos, recuperados hasta finales de los años noventa del pasado siglo.
Sin embargo, esa percepción tradicional ha experimentado un giro radical en los últimos años a través del trabajo desarrollado por el Área de Arqueología de la Universidad de Huelva, estudios que están permitiendo cambiar esa imagen anterior que no se correspondía con la realidad arqueológica de Huelva, que es tremendamente rica, como se puede comprobar en las imágenes que se insertan en este reportaje.
Es más, el análisis de las fuentes grecolatinas e historiográficas junto a los restos arqueológicos recogidos desde las primeras investigaciones realizadas en Huelva en los años cuarenta del pasado siglo XX ponen de manifiesto que Onoba no tuvo un papel marginal en la civilización romana, sino que su papel fue hegemónico como Puerto Atlántico.
En concreto, desde los comienzos del primer milenio a. C., la importancia económica y estratégica de Huelva fueron determinantes para que la ciudad adquiriera la configuración jurídica de colonia, que suponía el mayor rango que un núcleo urbano podía obtener en la época romana, una identificación que conllevaba privilegios en numerosos ámbitos de la vida pública y privada.
Frente a la anterior imagen de mediocridad, es curioso que todos los yacimientos arqueológicos que pueden visitarse en la ciudad de Huelva y su entorno daten de la época romana, lo que demuestra la importancia de este periodo. Así sucede en el caso de la calle Arquitecto Pérez Carasa -centro comercial Sfera-, en la Plaza Ivonne Cazenave (antiguo Colegio Francés) o en el centro de La Almagra, en el Campus Universitario de El Carmen.
Según Juan Manuel Campos, “en la actualidad ya contamos con una imagen de la organización urbana de la ciudad, en la que se revelan espacios y edificios propios de cualquier núcleo romano, a pesar de que aún se carece de información contrastada para asegurar algunas hipótesis”.
A pesar de ello, los nuevos estudios plantean la existencia de un recinto romano en Huelva, donde parecen dibujarse dos ejes perpendiculares que aprovecharían los pasos naturales entre los cabezos: uno en sentido norte-sur, que uniría las necrópolis de Plaza Ivonne Cazenave y de calle Vázquez López, cruzando la zona neurálgica de la ciudad y el área portuaria; y el segundo, en sentido este-oeste, que discurriría desde la portada conservada en el siglo XVIII en el entorno de la Cuesta empedrada (hoy calle Daoiz) hasta la calle San Sebastián, atravesando la plaza de San Pedro, lugar en el que confluiría con el anterior.
También se documenta en los registros romanos hallados la existencia de una ciudad intramuros conformada en torno a tres zonas: una situada en las cotas altas de los cabezos; otra intermedia, aun por valorar, alrededor de las Plazas de San Pedro, La Soledad y Calle Pablo Rada, donde pudiera haberse situado el foro, y finalmente otra, que aparece más nítida, correspondiente con un barrio portuario, del que hay evidencias, no sólo por las cetariae de las factorías de salazones, sino también por la presencia de edificios dedicados tanto a las actividades domésticas como artesanales e industriales.
Para el catedrático de Arqueología, “cada vez parece más clara la existencia de una muralla que rodearía la ciudad de Huelva, o al menos en parte, ya que los cabezos proporcionarían una defensa natural”. La presencia de la fortificación ya fue puesta de manifiesto por el geógrafo árabe al-Himyarï, en el siglo XV. Y, posteriormente, fue confirmada con los restos del gran muro de sillares de calcarenita, colocados a soga y tizón, documentado en el solar de la Plaza de San Pedro 4-5.
Por último, el núcleo urbano de Huelva en la época romana quedaba enmarcado por un área circundante caracterizado por la presencia de las necrópolis y por instalaciones relativas a las actividades económicas propias de la periferia, como los salazones y las explotaciones agrícolas.
En este marco, en Onoba Aesturia, en la Huelva romana, destacan varias construcciones muy singulares y que, en algunos casos, cuentan con cierta importancia. Fueron edificios que se adaptaron al modelo hispano, como sucedió con varias casas y un fragmento de la muralla en la Plaza de San Pedro; el gran espacio enlosado con grandes lastras de mármol en Pablo Rada; un podio en el patio del Convento de las RR MM Agustinas, junto a otras estructuras de almacén de época posterior en la calle Tres de Agosto; parte de una gran estructura de sillares en Plaza de las Monjas; un edificio portuario en la calle Arquitecto Pérez Carasa; el Acueducto; y la Portada de la Villa.
En definitiva, las investigaciones que se vienen llevando a cabo en los últimos años han permitido redescubrir la etapa romana en Huelva, un periodo histórico que hasta ahora había sido el gran olvidado cuando se miraba al pasado onubense. Las conclusiones de este estudio son tan reveladoras que se publicaron en el libro Onoba Aestuaria. Una ciudad portuaria en los confines de la Baetica de Juan Manuel Campos, una obra ganadora del XIV Premio Diego Díaz Hierro de Investigación. Un trabajo que se completará con una tesis doctoral sobre Onoba que se está elaborando en estos momentos.
Una oportunidad que hemos querido aprovechar en Huelva Buenas Noticias para conocer un poco mejor un periodo histórico fundamental para la configuración actual de Huelva, dado que ya entonces se ponía en valor la posición estratégica de la ciudad y su puerto en el arco oceánico del Atlántico.
Una época, la romana, de sumo interés en la historia onubense que se revela en los yacimientos arqueológicos existentes en la ciudad de Huelva.