Maricarmen Seguin www.extremaduraaldia.com 12/08/2007
Con un graderío a medio llenar, se estrenó en la Alcazaba árabe «Orestiada. Cenizas de Troya»: la historia de destrucción de la familia de los Atridas, cuya concepción de la justicia, sustentada en el «ojo por ojo, diente por diente», evidencia una penosa realidad: la humanidad no ha aprendido demasiado de las nefastas consecuencias que acarrea la violencia.
Con un texto magníficamente estructurado por la profesora Diana de Paco, que aúna en un solo discurso los escritos de los célebres Esquilo, Sófocles, Eurípides y Séneca, el sufrimiento de ese clan radiografía el corolario funesto del deseo de venganza.
La actuación brillante de los actores del grupo teatral murciano «Alquibla», bajo la dirección de Antonio Saura, consiguió que el público se entregara al espectáculo. En el ambiente, el único sonido que podía escucharse era el del silencio.
El vestuario, sin embargo, no daba la talla e impedía situar visualmente la obra en la antigua Grecia. El largo chaquetón de piel que vestía Agamenón era más propio de una versión de Matrix que de un clásico grecolatino y los zapatos de pico y los tirantes blancos con los que Egisto sujetaba sus pantalones, poco tenían que ver con las vestimentas del 458 A.C.
Tampoco guardaba concordancia temporal la muerte a balazos del rey de reyes, Agamenón, acribillado por su esposa Clitemnestra, que no dudó en encajar al menos 10 tiros sobre el cuerpo de su marido antes de que éste cayera irremediablemente muerto. Casandra, la amante de Agamenón durante los diez años que permaneció fuera de Grecia, corrió mejor suerte: sólo fue necesario un proyectil para que partiera a mejor vida.
Salvador Martínez, el creador de la banda sonora que acompañó el desarrollo del espectáculo, sí consiguió su cometido. Los acordes de la Orestiada le añadieron carácter a la actuación de los actores, que supieron acompasar sus movimientos armoniosamente, según las exigencias de la música.
Cuando la representación, de aproximadamente dos horas de duración, llegó a su fin, el público no se cortó en aplausos, aunque no se escucharon ovaciones. Solo unos cuantos espectadores decidieron ponerse en pie para animar a los intérpretes murcianos.
De todos modos, Pedro Segura, Egisto en la obra, en declaraciones para la prensa, manifestó la «emoción» de los miembros de la compañía por haber tenido la ocasión de presentar su trabajo en un Festival «tan prestigioso» como el emeritense; al tiempo que llenó de elogios al director Saura.
La autora del guión, Diana de Paco, tampoco ocultó su satisfacción por los resultados obtenidos y reconoció lo «difícil» que le había resultado componer este texto en el que se conjugan «distintos puntos de vista» del mito, con el suyo propio. Una tarea que se «simplificó» algo, solo gracias a la «libertad» de la que dispuso para su redacción.
Finalmente, antes de celebrar el estreno con unos aperitivos, el director, Antonio Saura, apuntó sentirse «feliz» por haber podido mostrar su trabajo en un espacio nuevo como la Alcazaba de la que dijo será «un revulsivo para próximas ediciones del Festival, pues permite ampliar la oferta de espectáculos», haciendo posible que al menos dos funciones se presenten simultáneamente.