Joaquín Rábago | Londres | EFE 01/04/2011
Las artes, la literatura e incluso las ciencias occidentales abundan en referencias al mundo de la antigüedad grecorromana, sus conocimientos, sus conquistas, sus mitos y leyendas, un mundo que amenaza con sernos cada vez más extraño con el paulatino abandono de los estudios clásicos.
De ahí la utilidad de un libro como el que acaba de publicar en inglés la Harvard Unversity Press bajo el título de «The Classical Tradition», que se ocupa concretamente de la recepción de la cultura clásica en el mundo posclásico.
Es una obra cuya publicación es de agradecer en momentos en los que, por una mal entendida concepción del progreso, en muchos países se privan de fondos los estudios de Humanidades para privilegiar las disciplinas técnicas o científicas.
La obra, de 1.067 páginas, es fruto de un importantísimo trabajo de colaboración de especialistas de todo el mundo coordinados por Anthony Grafton, de la Universidad de Princeton, Glenn W. Most, de la de Chicago y la Scuola Normal Superiore di Pisa, y Salvatore Settis, de este último centro.
Como señalan este grupo de expertos en la introducción del volumen, no se entiende el mundo posclásico sin las constantes referencias a la cultura clásica por las que nunca ha dejado de definirse, bien por aceptación, bien por rechazo.
La moderna Europa moderna, pero también las Américas han encontrado siempre en Grecia y Roma modelos que les han servido para una mejor comprensión de sí mismas, para la autocrítica o la redefinición, precisan.
La interpretación de esos modelos no ha sido siempre correcta a juzgar por la más moderna erudición, pero los intentos un tanto pedantes de establecer la verdad, si bien han servido para eliminar errores y distorsiones, también los ha privado en muchos casos de su fascinante aura, señalan Grafton y sus colegas.
Los coordinadores de la obra han elegido un número muy amplio, pero por necesidad limitado de tópicos, y su intención es hacer una obra accesible tanto a los estudiantes y a un público culto como a la propia comunidad de expertos.
Han retratado la cultura clásica en su sentido más amplio al incluir, entre los tópicos explicados, no sólo textos, sino también imágenes y objetos, monumentos, rituales y prácticas que han influido profundamente en la tradición occidental pero también en otras.
No quiere ni puede ser una guía exhaustiva sino satisfacer dudas y curiosidades lo mismo de legos que de especialistas y animar a ulteriores lecturas. Sí aspira a ser una obra de referencia sobre el estado actual de las investigaciones en toda una serie de disciplinas.
Los artículos, alrededor de medio millar, están ordenados alfabéticamente comenzando por la palabra «academia» y terminando por «zoología», y los ensayos que los sustentan muestran cómo la tradición clásica grecorromana ha dejado su impronta lo mismo en el arte de gobernar que en las matemáticas, la medicina, el teatro, el Derecho, la planificación urbana y muchas otras disciplinas.
En ningún momento pedantes, los ensayos documentan la recepción por el mundo posclásico de una determinada obra, un personaje de la mitología, una disciplina, una forma de gobierno, un estilo arquitectónico, una religión, una doctrina filosófica, una práctica sexual y un largo etcétera de tópicos.
Para dar una idea de la enorme variedad de temas, baste mencionar tan sólo algunos de los artículos: Ateísmo, Amazonas, Avicena, Bocaccio, Buckhardt, Carpe Diem, Castor y Pólux, Democracia, Homosexualidad, Jesuitas, Laocoonte, Lessing, Locus Amoenus, Maquiavelo, Marxismo, Montaigne, Pederastia, Presocráticos, Picasso.
Si uno busca Aracne, encontrará, por ejemplo, referencias a esa fábula en el cuadro «Las Hilanderas», de Velázquez, que figura entre las ilustraciones del libro, y lo mismo ocurre con Laooconte, el vidente y sacerdote de Apolo estrangulado por serpientes junto a sus dos hijos y en cuya leyenda se inspiraron tantos artistas como El Greco, Rubens, Géricault y más modernamente Max Ernst y Jean Arp.
O si consulta la palabra «Casandra», podrá informarse no sólo de las fuentes del mito de esa trágica agorera sino también del redescubrimiento del personaje gracias a las adaptaciones de las obras de Esquilo y Eurípides tras las dos guerras mundiales, la novela homónima de la Christa Wolf o incluso la película «Deconstructing Harry» («Desmontando a Harry»), de Woody Allen. EFE