Bonn (Alemania) | EFE 10/06/2010

Los tesoros afganos «perdidos» del Museo Nacional de Kabul, que sobrevivieron a la destrucción talibán se reúnen en una muestra de 231 piezas de valor incalculable.

Los tesoros afganos «perdidos» del Museo Nacional de Kabul, que sobrevivieron a la destrucción talibán gracias a una veintena de héroes que los escondieron durante décadas, mostrarán su esplendor milenario a partir de mañana en Bonn (oeste de Alemania).

Minúsculos adornos de metal, exuberantes coronas funerarias, macizos capiteles corintios y delicadas figuras de cristal, algunas de más de 4.000 años de antigüedad, se exhibirán hasta el 3 de octubre en la Sala de Arte y Exhibiciones de la República Federal Alemana, en Bonn. «Los tesoros salvados de Afganistán» repasa la historia de la encrucijada afgana, tierra de confluencia de las culturas greco-romana, india y china y zona obligada de paso de la Ruta de la Seda, a través de los hallazgos de cuatro yacimientos arqueológicos.

La muestra reúne 231 piezas de valor incalculable de las 22.000 que algunos empleados del Museo Nacional de Kabul y del Comité Arqueológico afgano consiguieron poner a salvo de la invasión rusa, de la consiguiente guerra civil y del régimen talibán desde finales de la década de los 80.

Los tesoros que permanecieron en el museo fueron pasto de las llamas u objeto del expolio durante las décadas siguientes, que sumieron a Afganistán en la destrucción y la violencia. No fue hasta 2004 cuando las piezas fueron sacadas de su escondrijo, en una cámara de seguridad del Palacio Presidencial de Kabul, y desveladas al resto del mundo.

«Debemos mostrar al mundo que Afganistán no es sólo guerra, muerte, bombas y burkas. Estamos orgullosos de nuestra herencia cultural. Y estamos en camino a una sociedad de paz», afirmó en rueda de prensa el viceministro afgano de Información, Cultura y Turismo, Omar Sultan.

El director del Museo Nacional de Kabul, Omar Khan Massoudi, que contribuyó a salvar los tesoros afganos del expolio, afirmó que fueron «tiempos difíciles» en los que los empleados del museo procuraron esconder las «piezas más valiosas» para «salvaguardar de la guerra» la herencia cultural afgana.

Concebida a modo de paseo silencioso a través de los tiempos, la muestra opta por el minimalismo en las cuatro estancias de exhibición -en la penumbra y sin letreros descriptivos- y por la tecnología y la interacción en los pasajes intermedios, que aglutinan la información para el visitante. «Con cada entrada que se compre se entregará un dossier con la información sobre los exponentes. Preferimos que el silencio hable por sí mismo.

Esa falta de estímulos y de luz en las estancias hace aún más bellos los objetos que se exhiben», explicó la gerente de la muestra, Sussanne Arne. Del yacimiento de Tepe Fullol (2.000 aC) a los de Aï Khanum (siglo VI a II aC), Tillya Tepe (siglo I dC) y Bergram (siglos I a II dC), «Los tesoros salvados de Afganistán» recorre el particular periplo histórico del norte del país.

Comenzando el recorrido por los cuencos de oro grabados de Tepe Fullol, en la prehistórica Edad de Bronce, la exhibición ahonda en el civilización de Bactria, de marcado carácter heleno, fruto de los viajes de Alejandro Magno, con las piezas halladas en el yacimiento de Aï Khanum.

Rostros helénicos y capiteles corintios dan testimonio de cómo la influencia griega consiguió adentrarse hasta el corazón de Asia. Los hallazgos de las soberbias tumbas funerarias de Tillya Tepe, son las piezas más valiosas de la colección, con lujosas dagas, imbricadas joyas y majestuosas coronas de oro que acompañaron en su último descanso a seis acaudalados nómadas.

La muestra concluye con el imperio de Bergram (siglos I y II d. C.) con más de un centenar de vasijas de vidrio de estilo griego -las más antiguas que se conservan- junto a complejos grabados en marfil de divinidades budistas y esculturas en bronce de deidades helenas, prueba de la fusión cultural que se vivió en tierra afgana.