Un nuevo estudio sugiere que un objeto fálico hallado en 1992 en el fuerte romano de Vindolanda, en Newcastle, podría ser en realidad un instrumento sexual.

David Barreira www.elespanol.com 20/02/2023

Medía unos 16 centímetros y tenía forma fálica, pero los arqueólogos que encontraron este singular objeto en 1992 en el yacimiento de Vindolanda, en el condado británico de Northumbria (Newcastle), un fuerte que servía de refugio para los legionarios romanos que vigilaban la frontera imperial desde el Muro de Adriano, interpretaron que se trataba de una herramienta para zurcir. Por el contexto en el que fue hallado —una zanja llena de sandalias y accesorios de vestir, además de restos de materiales seguramente empleados en trabajos de artesanía, como trozos de cuero—, los investigadores consideraron que sería un utensilio más arrojado en el siglo II d.C. a esta suerte de basurero. Bajo esa premisa lleva expuesto tres décadas.

Sin embargo, una nueva investigación acaba de revolucionar por completo el significado de esta singular pieza: sería en realidad el primer ejemplo conocido en todo el mundo romano de un falo incorpóreo de madera que habría sido utilizado como consolador. Los resultados del estudio realizado por los arqueólogos Rob Collins (Universidad de Newcastle) y Rob Sands (University College Dublin) se acaban de publicar en la revista Antiquity.

Representar penes erectos fue muy normal en el universo de las creencias de la Antigua Roma. Se consideraba que los falos tenían una función «mágica» como símbolo protector para eliminar y evitar el mal. Este tipo de imágenes son comunes en frescos y mosaicos. Los objetos fálicos se tallaron también en diferentes materiales como piedra, hueso o bronce: eran amuletos que se colgaban al cuello de los bebés como remedio contra envidiosos y maledicentes. El de Vindolanda, que fue tallado con un pequeño cuchillo y de una rama de un fresno, es el primero hecho de madera que se documenta.

Las excepcionales condiciones de conservación que se dan en este yacimiento han proporcionado otros hallazgos insólitos, como sus famosas tablillas de madera, una especie de cartas de dimensiones de una postal que testimonian la vida cotidiana de los habitantes del fuerte, o dos ‘guantes de boxeo’ hechos con cuero.

La madera del objeto fálico, explican los investigadores, se ha conservado bastante bien durante estos 2.000 años sin registrar distorsiones. Matizan, no obstante, que es posible que haya encogido ligeramente, por lo que la pieza sería algo mayor de tamaño. Al no haber constancia de otros ejemplos similares, se ha intentado averiguar su función a través de los patrones de desgaste, que son más pronunciados en los dos extremos. Esto revelaría un uso prolongado a lo largo del tiempo y unas propiedades que no encajan con la del símbolo protector frente al mal.

«El tamaño del falo y el hecho de que fue tallado en madera plantean una serie de preguntas sobre su uso en la Antigüedad», explica Rob Collins, coautor del estudio. «No podemos estar seguros de su función como sí ocurre con la mayoría de objetos fálicos que hacen un uso simbólico de esa forma como amuletos de buena suerte. Sabemos que los antiguos griegos y romanos utilizaban instrumentos sexuales y este hallado en Vindolanda podría ser un ejemplo de ello».

Varias hipótesis

En el artículo científico, los arqueólogos deslizan tres posibles funciones. La primera, que sea una pieza de un objeto más grande, es decir, el falo que habría formado parte de una herma, una estatua de madera o incluso de un edificio, como ocurre en algunas casas de Pompeya —en Vindolanda, de hecho, se ha documentado en la parte exterior de la puerta oeste del fuerte un falo de piedra de tres centímetros—. Sin embargo, el análisis del material orgánico indica que se mantuvo en el interior, a resguardo de la lluvia y de cualquier otro evento meteorológico, o al menos no estuvo expuesto al aire libre de forma prolongada.

La segunda hipótesis convertiría al falo en un utensilio para moler o mezclar productos animales y vegetales, una majadera para preparar artículos cosméticos o medicamentos cuya forma buscaría imbuir a la mezcla mayor eficacia con esas propiedades mágico-religiosas.

La última posibilidad es que se trate de un consolador. Hasta el momento no se ha descubierto ningún ejemplo en este sentido que sea fechado en época grecorromana. Sin embargo, los investigadores conocen su uso en estas civilizaciones tanto por las fuentes escritas como por las obras de arte, como las imágenes representadas en un recipiente cerámico de finales del siglo VI a.C. hallado en Vulci, Italia, y expuesto hoy en día en el Museo Británico.

«Las investigaciones modernas han demostrado que las personas de diferente orientación sexual, edad y género usan los consoladores de formas distintas. Un uso específico del falo explicaría el mayor desgaste documentado en un lado de la punta«, detalla Rob Collins sobre la posibilidad de que esta pieza única recuperada en el registro arqueológico fuese realmente un juguete sexual de hace dos milenios.

En cualquier caso, los arqueólogos son cautos en sus conclusiones: «Interpretar el falo de Vindolanda como parte de una estatua o como un majadero cargado de poder simbólico a través de su forma encuentra claros paralelos en otros objetos del mundo romano y, por lo tanto, no es problemático. Interpretarlo como un instrumento sexual es más difícil y quizá más incómodo para un público moderno. No obstante, debemos estar preparados para aceptar la presencia de consoladores y la manifestación de prácticas sexuales en la cultura material del pasado».

FUENTE: www.elespanol.com