Pascual Tamburri Bariain www.elsemanaldigital.com 20/01/2011

No es trabajo de eruditos: España y sus naciones hermanas no pueden entenderse a sí mismas sin saber qué fueron, y qué no fueron, los romanos. Entendamos ahora por qué.

Roma ha sido el Imperio más exitoso que conocemos en la historia. No ha sido ni el más extenso, ni el más populoso, ni el más fuerte, ni el más rico, ni el más duradero, pues hay ejemplos de otros tiempos y espacios de entidades que superaron los éxitos de los romanos. Pero Roma consiguió lo que nadie más ha logrado: unir tierras y pueblos dispares, con un uso de la fuerza y un coste desproporcionadamente pequeños, y convertir en romanos los nuevos espacios y gentes.

Ex pluribus unum…
Roma se gobernó en circunstancias que hoy consideraríamos imposibles y lo hizo sobreviviéndose a sí misma: muerta o eclipsada la Roma política, Roma vive aún hoy en nosotros, miles de millones de personas en el siglo XXI son como son, viven como viven y creen lo que creen porque pertenecen a la romanizad, de una forma u otra.

La Universidad de Navarra ha liderado durante más de una década un grupo de estudio de una de las explicaciones más interesantes de ese buen y exitoso gobierno de la Roma imperial. Las oligarquías dirigentes de Roma supieron integrar con flexibilidad nuevos componentes y lograron gobernar millones de kilómetros cuadrados haciendo evidentes para todos que lo adecuado y conveniente era, sencillamente, ser romanos. Todas las historias son historias de elites, salvo que uno se deje llevar por la demagogia marxista, y estas actas que Eunsa publica dan numerosos ejemplos de cómo Roma aceptó la pluralidad de identidades, y de cómo fueron los mismos no romanos los que progresivamente se esforzaron por romanizarse, sin imposición.

La lectura de estos estudios científicos no es en absoluto tediosa, y por el contrario resultará muy aleccionadora para quien intente entender los éxitos y fracasos de otros proyectos imperiales, y las mentiras subyacentes en toda construcción ideológica nacionalista que quiera hacer de Roma lo que no fue. Personalmente divertido me resulta, demás del plantel de autores –con tiempo y estructura cualquiera puede llegar donde quiera o le manden, o parecerlo-, que las sesiones recogidas se hayan celebrado en parte en el probable castrum del castillo de Olite y haya proyectado su continuación en la Villa Feltrinelli de Gargnano sul Garda. Dos lugares que son ejemplos distintos y distantes de la vitalidad de lo romano muchos siglos después de la desaparición temporal del Imperio en Occidente.

Vamos a reírnos con los romanos
El estudio del pasado es tarea de unos profesionales, mejor o peor formados, más o menos capaces, a los que llamamos historiadores. Pero lo que sucedió en el pasado nos afecta a todos, porque del pasado proviene nuestra identidad en todas sus dimensiones. Somos como somos porque sucedió lo que sucedió; y también del pasado depende lo que sabemos y creemos. Por eso hay muchos interesados en la historia, en la divulgación y también en las fuentes históricas, y seguirá habiéndolos.

Lo que James McKeown hizo para la Oxford University Press y ahora nos ofrece Crítica es un libro destinado a satisfacer una demanda evidente entre el público culto no especializado. Esta recopilación de citas y de relatos breves no es, por supuesto, una edición crítica de fuentes romanas, pues eso queda para los investigadores. Es en cambio una divertida muestra de la realidad vital de Roma a través de los textos de todo tipo que nos han quedado de la República y del Imperio.

Roma no fue sólo una suma de guerreros, gobernantes y literatos. Aquí tenemos ejemplos breves, traducidos, fáciles y gratos de leer, de cómo los romanos, comían y descomían, se entretenían, dormían … o no dormían. El resultado es un libro fácil de leer en pequeñas dosis, apto para todos (aunque algún capítulo no lo sea para menores) y que nos muestra una Roma mucho más «moderna» y viva que lo esperado. Y es que, aunque siga siendo mucho más elegante decirse griego, somos romanos. Ojo al dato: no somos hijos de Roma, es que nosotros mismos somos Roma. Regálenle un ejemplar del libro de Crítica al alcalde Gianni Alemanno, tendrá que hacernos a todos ciudadanos.