Alcalá de Henares (Madrid) www.madridiario.es 10/09/2008

La Universidad de Alcalá (UAH) alberga el Centro Corpus Inscriptionum Latinarum (CIL), donde un equipo interdisciplinar de investigadores desgrana los secretos ocultos en las inscripciones latinas. El pasado les habla, ellos le escuchan.

El Imperio Romano dejó una huella imborrable en el mundo occidental y su legado, escrito en las piedras, es objeto de estudio del Centro Corpus Inscriptionum Latinarum (CIL), en el que investigadores de la Universidad de Alcalá y otras instituciones recopilan, clasifican y editan las inscripciones latinas de la Península Ibérica.

El principal cometido del Centro es elaborar la nueva edición del Corpus Inscriptionum de Hispania (CIL II), la recopilación de inscripciones latinas del Imperio Romano correspondientes a Hispania, que es la puesta al día de la primera publicación realizada por Emil Hübner en 1869, con su Supplementum de 1892. El centro CIL II nació en 1997, fruto de un convenio de colaboración entre la Universidad de Alcalá y el Instituto Arqueológico Alemán de Berlín.

«Contamos con una red de corresponsales en España y Portugal que nos informan cuando aparece una inscripción latina, pero también nosotros buscamos sobre el terreno o en distintas publicaciones, incluso en los medios más recónditos como en las hojas parroquiales. Cuando se localiza la inscripción, comienza nuestro trabajo», explica Helena Gimeno, directora del Centro. Esta labor de recopilación ayuda a recuperar el patrimonio.

«A veces logramos salvar piezas valiosas, como cuando encontramos una inscripción con letras de más de 20 cm en el antiguo Zoológico de San Fernando de Henares. El propietario estaba a punto de deshacerse de ella. Hoy está expuesta en el Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid», comenta Gimeno.

«El primer paso es asegurarnos de que la pieza es antigua y descartar falsificaciones, aunque éstas también entran en nuestro inventario. Una vez comprobada la autenticidad de la pieza se hace la ficha de campo, se dibuja, se fotografía, y si es necesario, se realiza un calco con un papel especial, parecido al de filtro industrial. Al mojarse penetra en los surcos y al secarse se despega y de esta forma la impronta está lista para ser leída. Antiguamente, las letras solían estar rellenas de minio rojo, pero muy pocas lo conservan».

La siguiente fase consiste en el estudio y la edición de la inscripción; un proceso complejo en el que se describe la pieza, se dan referencias del hallazgo, se transcribe el texto y se contextualiza en su época. Es un proceso de documentación muy concienzudo que, bien hecho, proporciona una información muy valiosa. «Por el tipo de letra se puede saber de qué época es la inscripción e incluso, y por la forma, la zona de procedencia. Por ejemplo, una inscripción de mármol hexagonal nos pone sobre la pista de que es pieza puede proceder de Cádiz», indica la investigadora de la UAH.

Las inscripciones a veces se encuentran tan deterioradas que no son legibles, pero aún así «tienen un gran valor, porque es importante saber que en determinada zona existía el hábito epigráfico», apunta José Luis Moralejo, Catedrático de Filología Latina de la UAH e investigador principal de uno de los proyectos I+D del Centro CIL II.

Una vez completado el estudio de la inscripción, se publica en el volumen del Corpus (CIL II2) correspondiente a Hispania y en revistas especializadas para que la comunidad científica tenga a su disposición los datos. La epigrafía se constituye en una herramienta útil para los arqueólogos y los historiadores sociales. Gracias al estudio de las inscripciones podemos llegar a saber, por ejemplo, que el latín de Mérida era más correcto que el usado en Pompeya, como ilustra una inscripción aparecida en la capital lusitana- que es una copia del elogio del héroe troyano Eneas, que se leía en Roma en el foro de Augusto- y del que se encontró otra copia en la ciudad del Vesubio.

Internet al servicio del Imperio Romano
Uno de los objetivos del Centro CIL II es divulgar los resultados de sus investigaciones, y su página web- www.uah.es/imagines_cilii/
– es la principal herramienta para dar a conocer la epigrafía hispánica y a los estudiosos que, a través de los siglos, se ocuparon de su estudio. A través de ella se puede acceder a las fotografías de las inscripciones latinas de los fascículos editados por el Centro, a una variada información sobre anticuarios y epigrafistas y a los fondos documentales del Archivo Histórico de la Provincia de Castilla de la Compañía de Jesús. Un biblioteca on line, con artículos de investigación, completan la información contenida en la web.

La página se convierte en un instrumento esencial para los investigadores, dado que las inscripciones están disponibles en un tamaño y calidad óptimos para su estudio. Para completar la información disponible, las inscripciones enlazan directamente con la Epigraphische Datebank de Heidelberg, donde se accede al texto de cada inscripción. «La página web del CIL II está al servicio del investigador. Gracias a ella podemos consultar tanto la bibliografía como las inscripciones latinas desde cualquier parte del mundo, de una forma rápida sin perder el rigor científico», afirma Jonathan C. Edmondson, profesor de Historia Antigua de la Universidad de York de Toronto, que centra su investigación en Mérida y Lusitania. «De esta forma es suficiente con venir una vez al año para confirmar mis hipótesis, ya que toda la información está disponible en internet. Es muy útil para mi trabajo».

El objetivo inmediato más ambicioso del Centro CIL II es la edición de las inscripciones del conventus Hispalenses, en la que participan profesores de varias Universidades españolas e investigadores de la Comisión für Alte Geschichte de Munich. También pretende ampliar el volumen de información contenida en su página web. Esto implica que «los filólogos, historiadores, documentalistas e informáticos sigamos trabajando de forma conjunta», comenta Margarita Vallejo, profesora de Historia Antigua de la UAH e investigadora del Centro. «Se trata de un proyecto que sigue vivo. Las fichas correspondientes a cada inscripción siempre están abiertas, dispuestas a ser completadas con los descubrimientos que vamos realizando», añade Vallejo.