Marina Costa | Sagunto (Valencia) www.lasprovincias.es 4/04/2009

El Teatro Romano viaja 1.800 años atrás ante 1.200 espectadores con túnicas.

Aquam volo!, Aquam volo! solicitaba un asistente sediento a uno de los esclavos, momentos antes de que comenzara la obra en latín de Plauto, mientras los vendedores ofertaban sus productos: Olivas, cicerones habeo! (¡Tengo olivas y garbanzos!).

El Teatro Romano de Sagunto viajó ayer hasta el siglo I d.C. y lo acompañaron en este salto al pasado 1.200 estudiantes de toda España disfrazados con togas y túnicas, en el caso de los hombres, y peplos, en el caso de las féminas.

Estos nuevos plebeyos y patricios se sentaban, por primera vez en 1.800 años, en el graderío dispuestos a comprar, vender, gritar y cantar en lingua latina. El espectáculo no defraudó.

Discípulos et magistros se entusiasmaron con este novedoso cierre del festival de cultura clásica que ha inundado Sagunto durante toda la semana con talleres didácticos y obras de Aristófanes o Esquilo.

Pero la última representación de ayer fue especial, ya que se ofreció íntegramente en latín ante un público más romano que nunca. Y lo cierto es que nadie se durmió. Una pompa megalense formada por ediles curules, los que pagan las obras en época clásica para ganarse la simpatía o los votos de aquel público de antaño, hacía acto de presencia seguida por una comitiva formada por un sacerdote y las matronas con ofrendas para la diosa Cibeles.

Mostellaria de Plauto comenzaba a desgranarse, declinación tras declinación, cuando un grito desde las gradas alarmaba a los espectadores. Fur!, Fur! gritaba la víctima al ladrón que acababa de robarle sus pertenencias.

Próximas entregas
Una hora y cuarto después finalizaba esta representación histórica con la interpelación del millar de asistentes y sus valoraciones. A grito pelado, eso sí. «Ha sido un final de la semana clásica increíble. Los alumnos y los profesores han disfrutado mucho con una idea que queremos que se instaure ya para siempre en próximas ediciones», señalaba Juan Vicente Santa Isabel, uno de los coordinadores de los Ludi Saguntini.

La profesionalidad del grupo del Liceo Nacional de Lenguas y Culturas Clásicas Constantin Cirilo Filósofo de Sofía, Bulgaria, dejó asombrado al público asistente. Pero esta máquina del tiempo en la que se sube la capital del Camp de Morvedre todos los años ha dejado muchas más sorpresas.

Los talleres de vestimenta, matemáticas, mitología, magia y adivinación o cocina romana han saciado la curiosidad de más de 12.000 escolares durante cinco días. Los recetarios romanos, por ejemplo, muestran, gracias a los Arguiñanos de la época que los antiguos eran excepcionales consumidores de verduras, legumbres, cereales, frutos secos, carnes de cerdo, buey, asno salvaje y lirón, jabalí, ciervo, patos, palomas, faisanes, flamencos, pavos reales, grullas y hasta cigüeñas.

Conocían las técnicas de elaboración del aceite y del vino e incluso de la cerveza, considerada la bebida de pobres. Otras curiosidades aprendidas a pie de taller hablan de que los médicos recomendaban un baño cada ocho o nueve días y que diariamente los romanos se lavaban la cara, los pies, las piernas y los dientes.

Precisamente el polvo de dientes de perro o la sal gorda hacía la función de pasta dentrífica y el esparto servía de cepillo, algo agresivo eso sí. El zumo de uva se utilizaba para elaborar perfumes y las cremas anti arrugas ya existían y aunque no utilizaban baba de caracol sí que empleaba la placenta de algunos mamíferos, orina o hiel.

Y es que es muy conveniente viajar a la veterana Sagunto para comprobar las maravillas de una civilización que renace cada año para divertir, formar y enseñar. Desde luego, todo un clásico.