Castilla y León www.abc.es 24/05/2008

Es práctica habitual entre quienes se dedican al mundo de la escritura, desde cualquier ámbito, el empleo más o menos frecuente de algún latinajo que le otorgue enjundia al conjunto, barniz al estilo y, sobre todo, pátina de sabio al escribiente.

Sin embargo y por lo que dicen los periódicos -y la realidad también-, el latín parece estar más muerto que nunca. Apenas un par de suicidas se matricularon en Filología Clásica en Valladolid el año pasado. Imagino que, como a un servidor, que también fue suicida en su tiempo, les lanzarán la pregunta de siempre: ¿y eso del latín para qué sirve? A lo que solo se puede contestar -y, a veces, ni eso- que el latín sirve para lo mismo que la poesía, la música clásica, la pintura o tantas otras cosas que en esta vida no sirven para nada; o, lo que es lo mismo, no sirven para ganar dinero. Vivimos -o sobrevivimos- en un tiempo en el que todo aquello que no genere beneficios o permita hacer caja es inservible, material despreciable, carne de cañón, madera de lumbre.

Tiene el latín un mucho de ciencia y de matemática, como casi todas las lenguas sintéticas, es decir, las estructuradas a base de declinaciones y casos. Aunque no lo parezca -que sí lo parece-, el latín ayuda a pensar, a organizar la cabeza y el habla, a entender mejor por qué el francés o el italiano se parecen tanto al español y no así el alemán o el inglés.

El latín es el punto de arranque de todo lo que somos, porque, como afirman algunos sabios, lo que hoy hablamos, lo llamemos gallego, catalán o castellano, no es sino latín en evolución. Pero latín, al fin y al cabo. Caminamos hacia un futuro en el que el latín no tiene espacio, ni tiempo. Da la impresión de que la vieja lengua es ya solo cosa de curas retrógrados y preconciliares. Craso error.

En Finlandia, sin ir más cerca, hay una radio que emite todos sus contenidos en latín. Cosa curiosa y llamativa si tenemos en cuenta que su lengua no desciende de la de Roma. Pero claro, luego los niños fineses son los primeros en todas las encuestas educacionales. Y es que esos saben latín.