Carmen Arrieta | Zarautz www.diariovasco.com 24/08/2009
Retroceder más de 2.000 años para conocer la vida de los várdulos y, además, ver una ballena de arena ha sido posible este fin de semana en Zarautz.
Pasear este fin de semana por el parque de La Rosaleda de Zarautz suponía realizar un viaje en el tiempo. Exactamente retroceder más de 2.000 años y tener la oportunidad de conocer de primera mano cómo era la vida en Zarautz, antigua Menosca, cuando los romanos y los várdulos convivían pacíficamente en ella. Hace ya unas décadas se confirmó que Menosca fue una ciudad ocupada por el imperio romano. En un viaje de su imparable expansión, los romanos se encontraron en este punto de la costa cantábrica con una tribu ya asentada, la várdula. A diferencia de lo que ocurría en otros casos, en los que los romanos no tenían demasiados problemas para dominar a otras tribus, con los várdulos hicieron una excepción y compartieron espacio y tiempo durante varias décadas sin demasiados problemas.
Y este fin de semana en Zarautz ha sido exactamente igual. En el mismo espacio del parque de la Rosaleda han convivido romanos y várdulos. Los primeros mostraban a todos los que allí se acercaban, zarauztarras y también muchos turistas que paseaban asombrados por lo que veían, su comida, ropas y costumbres. Llegada desde el museo de Badalona, Grisela explicaba a los curiosos cuáles eran los productos más típicos entre los romanos. Garbanzos, miel, especies y fruta eran algunos de ellos, conformando de esta forma «una dieta muy parecida a la mediterránea», explicaba.
Con el objetivo de dar a conocer la cultura romana y el modo de vida de la tribu várdula que habitaba en Menosca, varios voluntarios de Zarautz se han convertido estos días en várdulos. Así Jorge, Alex y Gaizka, tres niños de entre 6 y 9 años, se esmeraban en realizar espadas cortando con cuchillos ramas de árboles. Una vez terminado el trabajo, los tres mostraban con orgullo su trabajo colocándose el arma a la cintura. «Ten cuidado con la punta que la has dejado muy afilada», advertía Carlos, otro de los participantes en el campamento várdulo.
Carlos es veterano en las Jornadas Romanas. «Lo hago por afición, siempre me ha interesado la Historia y además me gusta participar en las actividades del pueblo», explica. «Las ropas que vestimos los várdulos nos las han traído de Santander, de un grupo de aficionados a la historia de los romanos», cuenta. Al igual que otros muchos voluntarios, ha participado en las representaciones teatrales que estos días se han efectuado con el objetivo de dar a conocer la convivencia entre los dos campamentos. «Se ha acercado mucha gente y los turistas nos han hecho muchas preguntas porque no conocen el tema». Cerca suyo, Ander, un chaval de unos quince años, participaba por primera vez en las Jornadas Romanas. Con un martillo y un cincel se estrenaba trabajando la piedra. «Estoy intentando hacer un corazón, pero hace falta tener un poco de habilidad para que salga bien», reconocía. Pero además de trabajar la piedra, Ander también mostraba a los visitantes cómo realizaban harina los várdulos, girando un torno donde colocaban el trigo. «Tras pasar tres veces el trigo por el torno, la harina ya sale blanca», explicaba mientras ofrecía a la gente la posibilidad de hacer ellos mismos la harina y poder llevársela a casa. La visita guiada de ayer por la tarde al Conjunto arqueológico monumental de Santa María la Real puso punto y final a las Jornadas Romanas.
El rastro de la ballena
La idea de dejar un rastro que hable bien de ti que este verano está divulgando la Diputación de Gipuzkoa ha sido la fuente de inspiración de Oscar Rodríguez, autor de la enorme ballena de arena que ayer se podía ver en la playa de Zarautz. «Es una ballena que acaba de entrar en la playa y que ha dejado un rastro limpio», explicaba. «Además se trata de una réplica de la ballena que frecuentaba por aquí hace años, la ballena de los vascos», reconocía. Un trabajo que Rodríguez ha realizado en dos días y medio contando con la ayuda de los operarios de limpieza de la playa.