Ángel Gómez Fuentes | Roma www.abc.es 17/04/2011
Una gran exposición sobre el megalómano emperador revela que fue un tirano pero también un dirigente amado por su pueblo.
La leyenda que acompañó a Nerón (37-68 d.C.), quien comenzó a reinar a los 17 años y murió suicida a los 31, lo ha convertido en la figura más inquietante, pero también más popular, entre los emperadores romanos. Roma le dedica ahora una gran exposición, abierta hasta el 18 de septiembre, «con el objetivo —explica el subsecretario del ministerio de Bienes culturales, Francesco María Giro— no de revalorizar o rehabilitar la imagen de Nerón, sino de explicar la figura del último emperador de la dinastía de Julio-Claudia en toda su complejidad y contradicciones. Nerón fue un tirano, pero también fue amado por el pueblo».
Con la contribución de los resultados de las investigaciones que se han realizado en los últimos años en las zonas del Coliseo y Palatino, en el análisis que se hace de la obra de Nerón hay un primer quinquenio en cierta forma equilibrado, pero después sus maldades fueron «in crescendo», hasta el punto de que el profesor Andrea Giardina, en un análisis presente en el catálogo de la exposición afirma: «Si Nerón hubiera muerto en los primeros años de su reino, lo recordaríamos con calificativos favorables, muy lejos de aquel despiadado epíteto que le atribuyó su contemporáneo Plinio el Viejo: veneno del mundo».
La exposición cuenta con casi 200 obras, entre esculturas, pinturas, frescos , relieves y material de recientes excavaciones que hacen revivir a Nerón en los lugares donde actuó. Pero, más que esas obras, lo fascinante de la exposición es el recorrido que, a lo largo de dos o tres horas, se hace en cinco lugares diversos: el Coliseo, el Museo Palatino, el Criptopórtico de Nerón, el Templo de Rómulo y la Curia Julia dentro del Foro Romano. En cada uno de esos escenarios se presentan aspectos diversos de las acciones de emperador: el lujo de la corte, la propaganda política con sus acentos demagógicos, la promoción de la imagen imperial, su frenética actividad edilicia relacionada con el incendio de Roma, y Nerón como personaje representado en las artes, en particular en la pintura y en el cine, proyectándose imágenes de películas como «Quo Vadis» (1951), en la que Peter Ustinov encarna a un histriónico Nerón, y un filme que alimentó su imagen de emperador cruel y despreciable.
Especial mención merece la reconstrucción virtual de la Domus Aurea (Casa Dorada), en cuyo vestíbulo había una colosal estatua de 35 metros del Dios Sol con las facciones de Nerón, lo que demuestra la megalomanía del emperador. La faraónica Domus Aurea contaba con un lago artificial y bosques con fieras salvajes. Entre sus salas, adornadas con pedrerías, nácar y perlas, la más hermosa era la «cenatio rotunda», famoso refectorio circular, descubierto en el 2009, que giraba día y noche para imitar el movimiento de la Tierra e impresionar a los invitados.
El incendio de Roma
Capítulo aparte merece el análisis que se hace en la exposición sobre el incendio de Roma: iniciado en la noche del 18 julio del 64 d.C., duró varios días y destruyó buena parte de la ciudad. El historiador Tácito recuerda que de los catorce barrios en que se dividía Roma solo quedaron intactos cuatro, un dato confirmado por recientes excavaciones. El propio Tácito recoge la sospecha de que fuera Nerón el culpable del devastador incendio, y nos indica las posibles motivaciones: El emperador hubiera deseado tener la gloria de fundar una nueva ciudad y de darle su nombre». En la confusión y terror de aquellos días se dio también la versión de que el fuego pudo ser fortuito, porque en esa época los incendios estaban a la orden del día. Pero otras fuentes de la época, como Plinio el Viejo, Suetonio y Cassio Dione concuerdan con imputar el incendio a Nerón, quien para acallar esas voces se prodigó en los primeros auxilios y haciendo llegar géneros de primera necesidad. Pero no fue suficiente. Al extenderse la noticia de la responsabilidad de Nerón en el incendio, el emperador buscó otros posibles culpables y así vinieron señalados los cristianos, a quienes el pueblo, según Tácito, no amaba. Se desencadenó entonces su persecución con condenas a muerte en la cru y otros tremendos suplicios.
Nerón fue un personaje lleno de luces y sombras han destacado los comisarios de la exposición, un emperador que buscó además reconocimiento como poeta, músico actor y hombre de letras, pero de él queda sobre todo la leyenda negra que lo ha hecho un tirano eterno.
Galería fotográfica: NERO’S PALACE: TERROR IN THE LAP OF LUXURY