Guillermo Altares | Madrid www.elpais.com 28/06/2008
Entrevista a Robert Harris, escritor
El ataque de un grupo terrorista, una banda de piratas, provoca el pánico en la capital del imperio, cuyos habitantes ven cómo se elevan inmensas columnas de humo en el horizonte. Un general exige poderes especiales, que ponen en peligro la democracia, y consigue arrancárselos al Parlamento. No hablamos del 11-S: ocurrió en el 68 antes de Cristo y el general era Pompeyo. Fue el principio del fin de la República romana. El hecho de que Robert Harris rescate esta historia en su ‘Imperio’ demuestra el ojo del británico para leer el presente en el pasado. Lo peor es que también se las apaña con el futuro: en su ucronía de 1992 Patria, que relata una Europa de los años sesenta en la que han ganado los nazis, existe un sistema de colores que alerta de los diferentes grados del peligro terrorista…, como ocurrió en realidad tras el 11-S.
Harris (Nottingham, 1957) acaba de visitar Madrid para presentar su libro El poder en la sombra (Grijalbo en castellano, Edicions 62 en catalán), una mezcla de realidad y ficción en la que un escritor negro es contratado por un ex primer ministro británico que metió a su país en una guerra injusta e impopular para redactar sus memorias en un momento en el que el político está a punto de ser procesado por crímenes de guerra (en el cine, dirigidos por Roman Polanski, Pierce Brosnan encarnará al ex primer ministro, y Nicolas Cage, al escritor). Este periodista convertido en novelista de éxito sabe de qué habla: fue el único informador que pasó con Blair la noche electoral de 1997, que le llevó a Downing Street.
Pregunta. ¿Cuál de sus novelas describe más el mundo pos 11-S, Imperio, que transcurre en Roma, o El poder en la sombra?
Respuesta. Es evidente que hay paralelismos muy fuertes entre Estados Unidos y el Imperio Romano; ésa es una de las razones por las que escribo sobre el pasado. Las crisis no cambian: describo problemas políticos en Imperio relacionados con el terrorismo, con la democracia, con correlatos en el presente, y que funcionan como alegorías.
P. Pero la historia de Pompeyo y los piratas es más que una alegoría: es nuestro presente.
R. La gran lección del mundo antiguo es que nada dura para siempre. La historia de Roma nos demuestra que ningún imperio es eterno. No hay ninguna razón para pensar que la República estadounidense se va a prolongar eternamente, en un momento en que el único poder global se enfrenta a fuerzas muy poderosas, relacionadas con los militares, con los derechos civiles, con el dinero…
P. Usted ha dicho muchas veces que El poder en la sombra es una historia ficticia, aunque resulta difícil creer aquello de «cualquier parecido con personajes reales es pura coincidencia…».
R. (Risas). Inspirado en realidad, sin duda; pero decir que es un retrato literal es absurdo. Hay paralelismos entre mi novela y la realidad, la edad del primer ministro, su política, la situación mundial… Pero no pretendo decir que es una descripción exacta de Blair.
P. Esta novela, ¿es una forma de venganza literaria contra el Nuevo Laborismo?
R. No podría responderle. Comencé bastante pronto a estar desilusionado con las políticas de los laboristas, con su acercamiento a Donald Rumsfeld y a los neocons. ¿Cómo un Gobierno de centro-izquierda pudo hacer esto? Lo hubiese entendido de los conservadores… ¿Qué posible razón puede haber para esto? Es como si el primer ministro fuese un agente del Gobierno estadounidense, igual que en la novela.
P. ¿Y es posible?
R. No, pero hay algo insano en cómo los últimos tres primeros ministros, Thatcher, Major y Blair, han hecho fortuna en EE UU tras dejar el poder, y eso coincide con su identificación con Washington. Resulta difícil no pensar que es una retribución por sus políticas.
P. También especula con la corrupción. ¿Quién es el responsable de la desaparición de miles de millones al inicio de la invasión?
R. La agenda de los neoconservadores parecía naïf al pretender traer una democracia universal. Además, hay mucho dinero en juego en Irak. Por eso no creo que con el cambio de presidencia en noviembre haya una retirada.
P. Tuvo acceso a Blair durante la campaña de 1997. ¿Por amistad o por relación profesional?
R. Un poco de cada cosa… Nos veíamos antes y después de que fuese nombrado. Pertenecemos a la misma generación y compartíamos puntos de vista, aunque mi verdadero amigo en política es [el ex ministro] Peter Mandelson. No tengo ningún tipo de animadversión personal contra Blair. La forma en que se organizó todo fue vergonzosa: las mentiras, el ocultamiento de fuentes de inteligencia, cómo entramos en la guerra, las presiones contra la BBC…»No creo que, con el cambio de presidencia, EE UU se retire de Irak» «Tony Blair y yo somos de la misma generación, pero no éramos amigos».