Madrid | EUROPA PRESS 11/04/2011

La muestra estrella del verano.

El paisaje romano será el gran protagonista del verano en el Museo del Prado en una exposición que pasa por ser «uno de los proyectos más ambiciosos» de la pinacoteca nacional en tiempos recientes y que reúne el mayor número de obras de este género nunca antes presentado.

Así lo ha resaltado este lunes Andrés Úbeda, comisario para Madrid de la muestra ROMA: Naturaleza e Ideal. Paisajes. 1600-1650 que, tras su paso por el Grand Palais de París, donde ya puede verse, llegará a Madrid del 5 de julio al 25 de septiembre. El proyecto ha contado con el patrocinio de la Comunidad de Madrid, que ha destinado 450.000 euros, según ha precisado su presidenta, Esperanza Aguirre durante la presentación de este convenio.

Aguirre ha calificado el Museo del Prado como «el tesoro más preciado» y «la mejor pinacoteca del mundo» y ha recordado la «poderosa atracción» que ejerce para los madrileños y visitantes de la capital. Asimismo, la presidenta de la Comunidad de Madrid ha recordado que fue en Roma donde nació el paisajismo «como género mayor».

OBRAS MUY RELEVANTES
Según Andrés Úbeda, esta exposición tiene como objetivo «mostrar el nacimiento del género a través de obras muy relevantes» de autores como Velázquez, Claudio de Lorena o Poussin. En total se muestran 102 obras, algo más de lo habitual en las muestras del Museo del Prado. De ellas 83 son pinturas y 19 dibujos. Han participado 48 prestadores y cinco comisarios.

En Roma coincidieron diferentes tradiciones que durante el siglo XVI habían constituido las tendencias más significativas de este género pictórico: los paisajes arqueológicos de Polidoro da Caravaggio y Rafael, así como los fondos más naturalistas y poéticos de obras de Giorgione o Tiziano, que algunos de los grandes coleccionistas romanos mostraban con orgullo.

Fue Annibale Carracci quien elaboró el prototipo del paisaje armónicamente estructurado, que a finales del siglo XVII mereció el calificativo de «clásico». El ejemplo de Carracci fue posteriormente desarrollado por sus discípulos boloñeses, como Domenichino o Francesco Albani, quienes enriquecieron el género con referencias literarias.

Paul Bril, por otro lado, aportó la creación de variantes como el paisaje marino, pequeñas escenas de género o paisajes con topografía precisa. De esta manera, él y otros artistas procedentes de Amberes, como Jan Brueghel o Sébastien Vrancx, modernizaron en Roma la tradición de la pintura de Amberes del siglo XVI a través del contacto con el paisaje italiano.

Otro factor importante en el desarrollo de la pintura de paisaje reside en la presencia en Roma entre 1610 y 1620 del alemán Adam Elsheimer, quien introdujo en sus paisajes pequeños personajes y otros aspectos como referencias literarias. Su trabajo fue un antecedente importante para el paisaje naturalista de Bartholomeus Breenbergh, Cornelis van Poelenburgh y Filippo Napoletano, que inspiraron también a pintores como Carlo Saraceni y Orazio Gentileschi, todos ellos presentes en la exposición a través de obras imprescindibles en sus respectivos catálogos.

LORENA Y POUSSIN
Especial importancia tienen las dos secciones dedicadas respectivamente a Claudio de Lorena y a Nicolas Poussin, los dos máximos representantes del género, cuyas obras respectivas permiten el paso definitivo de género menor, a una pintura de prestigio reconocido, dotada de características específicas que señalan su singularidad.

Junto a ellos se expondrán piezas de otros pintores franceses como Jean Lemaire, quien rápidamente fue valorado en el mercado del arte por sus perspectivas arqueologizantes, o Gaspard Dughet, cuyas ensoñaciones románticas causaron un fuerte impacto en futuros paisajistas, como Courbet.

«LLENA DE SORPRESAS»
Con motivo de esta exposición, que según Andrés Úbeda «va a estar llena de sorpresas», se ha restaurado una Marina de Salvator Rosa que pertenece al Museo del Prado y que no se había expuesto nunca.

Las dos sedes de la exposición (Galeries nationales du Grand Palais y Museo del Prado) presentan conjuntos prácticamente idénticos, a excepción de los dibujos que por cuestiones de conservación varían sustancialmente de una sede a otra.

La principal diferencia es la inclusión en Madrid de una sección inexistente en París, en la que se describe el encargo realizado por Felipe IV de una numerosa serie de paisajes destinados a la decoración de su nuevo Palacio del Buen Retiro. En ella participaron los más relevantes artistas residentes en Roma entre 1635 y 1640, cuya influencia fue trascendental en el devenir del género. Para Úbeda, esta sala «será el corazón de la muestra».