Sofía Merino L. Madrid 

La artista alemana Catrin Huber reinterpreta e interviene los dos sitios del Patrimonio Mundial de la UNESCO con murales y objetos de diseño actual.

Catrin Huber encontró su pasión por las ruinas romanas desde que en 2008 tuvo la oportunidad como estudiante de visitar frecuentemente Nápoles. La originalidad de las pinturas, además de los avances en arquitectura en cuanto a la perspectiva, la conquistaron profundamente. Y entonces comenzó a crear espacios ficticios en los que combinaba estas características con rasgos contemporáneos. Con ellas expuso en lugares como Hatton Gallery de Londres. Pero todo ese trabajo no le bastó, sentía que solo estaba haciendo un repaso superficial, cuando lo que necesitaba era profundizar y sumergirse en ese mundo.

Traducir el pasado en el presente se convirtió en su objetivo y para eso intervino dos espacios característicos de las ruinas romanas: la Casa del Bel Cortile en Herculano y la Casa del Criptopórtico en Pompeya. “La riqueza histórica y las particularidades arquitectónicas de estos dos lugares, los hacían perfectos para nuestra idea”, explica la artista. El proyecto tomó por nombre Expanded Interiors y consistió en crear diseños digitales y réplicas de objetos romanos que se expondrían allí mismo. Huber, quien además es profesora del Departamento de Bellas Artes de la Universidad de Newcastle, reunió a un equipo de expertos en arqueología, tecnología digital y arte contemporáneo de la misma universidad con quienes trabajó durante tres años.

El primer paso fue investigar sobre estas ciudades que quedaron enterradas bajo toneladas de ceniza y piedra pómez cuando estalló el Monte Vesubio en el año 79 d.C. La relación entre la pintura y los espacios en el mundo romano (muros y objetos) fue el foco de atención. La razón es que para Huber, “los objetos mismos son testigos poderosos de la historia del sitio y nos confrontan con nuestra propia vulnerabilidad”. La siguiente etapa fue reinterpretar de un modo contemporáneo, escanear los lugares en 3D para coger las medidas justas, diseñar e imprimir.

Dos exposiciones a la vez

De Herculano poco se sabe debido a la profundidad que quedó sepultada después de la erupción volcánica. Dice la leyenda que el mismo Hércules fue quien la fundó. Aquí se encuentra la Casa del Bel Cortile, cuya excepcional y larga sala de recepción la hace particular. El 17 de mayo, la artista alemana abrió aquí la primera de sus intervenciones. El foco estuvo en la reproducción en objetos e imágenes de extraños artefactos que allí se han encontrado, además de figuras y caras humanas (particularmente estatuillas femeninas). Para el diseño de todas estas réplicas, Huber estudió con especial atención la etapa previa y posterior de la erupción. En la exhibición también se encuentran textos que explican la historia y el contexto del sitio, como por ejemplo que fue el hogar de un Antiquarium (pequeño museo) inaugurado en 1956 por Amedeo Maiuri, arqueólogo y director del sitio en ese momento.

La inauguración de la segunda intervención fue el 14 de julio en la Casa del Criptopórtico en Pompeya. Este sitio ha tomado ese nombre por tener uno de los pocos cryptoporticus, pasadizo subterráneo que conecta con una sala de estar (cuyas paredes originalmente estaban decoradas por una serie de escenas inspiradas en la Ilíada de Homero) y cuatro baños termales, que aún no se sabe si eran semi o completamente privados. También fueron pintadas con exquisitas imágenes escénicas. Algunas de ellas han sido recientemente restauradas.

La importancia de estos murales es que responden a las distintas funciones de cada sala, lo que le permitió a la creativa alemana estudiar y responder a diferentes tipos de pinturas. Por eso, las dos exposiciones que realizó aquí se centraron justamente en ello. La primera está compuesta por paneles pintados que van yuxtapuestos al friso romano, además de réplicas de objetos romanos cotidianos como lámparas de aceites y ollas faciales. En la segunda instalación relacionada con los peculiares baños, también destacan pinturas contemporáneas. Huber trasladó la irregularidad y el ritmo que seguía la arquitectura romana a estos paneles cuyos rojos, celestes, amarillos y morados intensos impactan al replicar el efecto de perspectiva de antaño en un plano completamente vanguardista. “Ser conscientes de la importancia que tienen las pinturas murales y los objetos romanos en la práctica contemporánea de las bellas artes era el objetivo final y creo que se cumplió”, añade la artista.

Ambas exposiciones pretenden ser muy diferentes, pero, como las dos exploran la relación entre la decoración de la pared y los objetos, se complementan. La recomendación de la artista es que se visiten en conjunto. Hasta enero de 2019 estarán disponibles. 

FUENTE: https://elpais.com/cultura/2018/07/17/actualidad/1531816249_788905.html