R. Fraguas | Madrid www.elpais.com 05/10/2007
Una exposición muestra las huellas que dejó la lava del Vesubio en la villa romana
Más de 2.000 años de distancia no han podido ahuyentar la sensación de espanto que el recuerdo de la devastación de las ciudades de Pompeya y Herculano por el volcán Vesubio, al sur de Italia, provoca aún en cuantos la evocan. Más aún, en quienes contemplan su huella en la exposición recién inaugurada en el Centro Municipal Conde Duque de Madrid, denominada Pompeya y Herculano, la sombra del Vesubio.
La exposición, que dura hasta el 6 de enero, sigue un circuito por el territorio soto montano cercano a Nápoles. Neopolis, la ciudad nueva; allí, la felicidad y el pasar de la vida en dos cercanas villas romanas henchidas de luz, quedaron petrificadas por la lava volcánica que sorprendió a sus moradores en plena faena cotidiana, ora en el huerto, ora en el tajo, incluso en la taberna o el prostíbulo, una jornada infausta, la del 24 de agosto del 79 de nuestra era. La ciudad quedó sepultada hasta 20 metros bajo la lava volcánica. Resulta igualmente conmovedor el relato enviado a Plinio el Joven por el sobrino de un amigo suyo, que da cuenta de la jornada veraniega en la que el gozar mediterráneo devino súbitamente en polvo, lodo, fuego y muerte.
La exposición muestra terracotas, vidrios, bronces, mármoles y cerámica, así como metales preciosos, que ha aportado el Museo Arqueológico de Nápoles. Un vídeo da cuenta cinematográfica de una erupción registrada por el Vesubio en 1944. Excavaciones acometidas a partir de fines del siglo XVIII, lograron hacer aflorar las ciudades asoladas y rescatar de su interior piezas de ajuares domésticos, que aquí se exhiben y cuya memoria deja mudos a muchos.