José Ángel Montañés | Barcelona www.elpais.com 22/02/2012

El nuevo director del Museo Nacional de Arte de Cataluña presenta exposición y anuncia los primeros cambios en su centro.

Pepe Serra lleva apenas un mes al frente del Museo Nacional de Arte de Cataluña tras dar el salto desde el Museo Picasso de Barcelona. Ayer realizó su primera rueda de prensa para presentar una exposición en el museo de Montjuïc. No se presentaba una antológica de un pintor ni un periodo determinado o una exposición de tesis sobre el románico o el gótico, las dos joyas del MNAC, sino una sobre monedas griegas y romanas. Es un patrimonio, en apariencia menor, pero que refleja las relaciones de poder político y económico como ningún otro.

Costaba ver a Serra entre monedas antiguas acuñadas por griegos y romanos acostumbrado a verlo entre pinturas del siglo XX. “He cambiado el chip”, aseguró mientras iba de un lado a otro mostrando sus monedas favoritas. “Estoy entusiasmado. Es un museo que vivirá un mal año, en el que se podrán ver las exposiciones programadas antes de mi llegada, pero del que espero dar noticias buenas antes de verano; mientras que en septiembre hablaremos de las exposiciones del año que viene, en las que vamos a intensificar la presencia internacional, nacional y la investigación del museo”, explicó con el entusiasmo que le caracteriza.

Durante la presentación aseguró que si hubiera aterrizado hace ocho meses en el museo, la exposición Dioses y mitos de la antigüedad que presentaba no la habría montado en la pequeña sala del segundo piso junto al Gabinete Numismático, “sino en medio del museo”, y añadió ante el regocijo de los especialistas en monedas del centro: “Hay que buscar mayor visibilidad a la numismática, ya que ahora está muy aislada de la ruta. Es una colección excepcional y tenemos que conseguir que esté más presente en las salas, que dialogue con el resto de la colección. En cierto sentido este museo es decimonónico”, remachó Serra.

El nuevo director dijo que tenía muchas ideas sobre el nuevo museo. “Trabajo media jornada cada día, unas 13 horas”, confesó con humor. “Me despierto por la noche con una nueva idea y me levanto para apuntarla”. Serra dijo que era una suerte contar con el equipo del museo formado por unas 150 personas, y resaltó a Josep Maria Carreté, el nuevo gerente, al que aseguró conocer desde hace tiempo. “Es un hombre de confianza plena, que domina no solo el tema económico de gestión, sino también el museístico”, en referencia a que el responsable actual de las cuentas del MNAC fue director del Museo de Gavà y director general de Patrimonio. “Podría sustituirme en mi ausencia”, apostilló.

Serra siguió con interés las explicaciones de Marta Campo, conservadora y comisaria de la exposición, y apuntó futuros cambios para conseguir que la colección de monedas gane en audiencia.

Durante la explicación, tras descubrir en una de las vitrinas una moneda con la representación del dios Melkart, el fenicio Hércules, que fue acuñada entre los siglos III y I a. C. en Cádiz, Serra no pudo contenerse: “Es como el rostro de Jaqueline, seguro que Picasso vio monedas como esta”.

El Olimpo está en Montjuïc
Zeus, Hera, Atenea, Apolo y Afrodita eran 6 de los 12 dioses que vivían, según los griegos, en el Olimpo, la montaña más alta de Grecia. Desde ayer la montaña de Montjuïc, a semejanza de la clásica, acoge un buen número de dioses y héroes. Son los que aparecen acuñados en las 230 monedas de la exposición Dioses y mitos de la Antigüedad, un recorrido por la iconografía de estos personajes legendarios en las monedas creadas en la península Ibérica desde el siglo V a. C. hasta los visigodos, que estará abierta en el MNAC durante todo un año.

Además de dioses olímpicos, los peninsulares acuñaron esfinges, gorgonas y pegasos, divinidades fenicias como Melkart, que acabaría asimilado en Hércules y representaciones de mitos como el del rapto de Europa que se acuñó en la jienense ciudad de Cástulo, y en el que se ve una doncella a lomos de un toro blanco que no es otro que Zeus, que la llevó a la playa medio engañada. Un mito que pese a no ser de los más destacados acabó dando nombre a nuestro continente. En el ámbito romano, también es fácil comprobar como el dominio imperial también se reflejó en sus monedas, en las que el emperador de turno aparece deificado con atributos, siempre de poder.

Para Marta Campo está claro que los pueblos iberos comenzaron a acuñar por prestigio. “Les hacía libres e independientes”. Pequeñas pero enigmáticas, en las monedas confluyen el poder, la economía y las creencias de la sociedad que las acuñó como en ningún otro soporte. En todas hay algo de belleza. Por su importancia, ninguna supera a las dracmas ampuritanas de plata, las primeras monedas acuñadas en la Península.

FUENTE: http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/02/22/catalunya/1329946564_449287.html