www.terra.es 11/10/2006
¿Qué ocurre cuando los vestigios de las civilizaciones más antiguas del mundo son escenario de conflictos bélicos? En cuestión de minutos calles que han sobrevivido por más de 2.500 años pueden quedar reducidas a escombros. Ladrillos que originalmente se utilizaron para construir una fortaleza antes de la era cristiana terminan en barricadas.
Y así, apenas en instantes, los restos de culturas milenarias pioneras en astrología, literatura y matemáticas, corren el riesgo de quedar en el recuerdo.
Con los rumores suele viajar la información inicial. Pero el diagnóstico final sobre el estado de los lugares inscritos en la lista del patrimonio de la humanidad, se revela cuando una misión de expertos se traslada al lugar y evalúa las estructuras.
«Los daños no siempre son evidentes a simple vista. Por esto es necesario que arquitectos y expertos en construcciones antiguas hagan mediciones, tomen fotos y comparen con documentos audiovisuales anteriores para verificar su estado», explica Saturnino Muñoz Gómez, director de Información de la UNESCO.
Con este objetivo -y tras el conflicto entre Israel y Hezbolá- partió a Líbano un grupo de especialistas encabezado por el director general del Centro Internacional de Estudios de Conservación y Restauración de los Bienes Culturales de la UNESCO, Mounir Bouchenaki.
El recorrido
Una de las primeras paradas fue Biblos. Lastimosamente, en esta oportunidad, el rumor resultó ser cierto. El antiguo puerto fenicio, testigo de esta civilización de navegantes que fundó a Trípoli, Cádiz, Melilla y Málaga, estaba totalmente contaminado por el derrame de petróleo de una planta energética localizada en el sur de Beirut.
¿Las consecuencias? Las piedras de las bases de las dos torres medievales del puerto de Biblos tienen que limpiarse a mano. Bouchenaki también advirtió que la misma técnica tendría que aplicarse con todo los restos arqueológicos localizados en la costa.
Mientras esto ocurre, el desastre ecológico se trata de detener. Voluntarios y especialistas se sumergen diariamente en las aguas de las costas libanesas para sacar la mayor cantidad posible del petróleo que cubre el suelo marino.
Baalbek fue otro de los lugares visitados por la región. El análisis de los expertos reveló que los dinteles de los templos de Baco y Júpiter sufrieron algunas fisuras.
También se teme que algunas de las columnas -las más altas del mundo en aquella época y con tres metros de ancho- se hayan espaciado como consecuencia de las vibraciones generadas por las explosiones.
Pero no todas las estructuras en Baalbek corrieron con la misma suerte. Tanto el zoco como algunas de las casas del centro histórico de la ciudad fueron bombardeados.
Aunque el hipódromo romano y el Arco de Triunfo de Tiro -otro de los destinos en la lista de la misión- no sufrieron daños, los frescos de un túmulo romano deben restaurarse urgentemente porque se despegaron tras los bombardeos durante el conflicto.
Historia ancestral
En la región, no obstante, el mapa del patrimonio histórico traspasa las fronteras de Líbano.
«El Medio Oriente es la cuna de la civilización occidental porque allí hay millones de años en historia y restos arqueológicos», explica Devonique Douge, especialista de la UNESCO en el patrimonio de la zona.
«Era el punto de confluencia de las rutas de la seda y las especias, la vía para llegar al Mediterráneo y el asiento de algunas de las ciudades más antiguas del mundo», añade la experta.
A diferencia de Líbano, donde se pudo llegar tras el cese el fuego entre Israel y Hezbolá, hay otros lugares cuyo acceso es prácticamente imposible. Es el caso de Irak.
Por razones de seguridad -o más bien inseguridad- no se ha podido inspeccionar el estado en el que se encuentra parte de la herencia de una de las civilizaciones más importantes de la región.
En la lista se incluyen las míticas ruinas de Babilonia, en lo que actualmente es el sur de Bagdad. La Torre de Babel y el Código de Hammurabi son parte del legado de este antiguo reino, que también fue escenario de la muerte de Alejandro Magno.
Vestigios bélicos
Tras el inicio de la invasión liderada por Estados Unidos en 2003, ninguna comisión de la UNESCO ha podido verificar cuál es la situación en el lugar. Imágenes captadas por satélite revelan daños en algunas estructuras.
Tal es el caso de la mezquita de al-Askariya, localizada en Samara, escenario de constantes enfrentamientos entre las tropas de la coalición y los insurgentes en la región. Pero como señala Muñoz Gómez, no hay mucha más información.
Una situación similar ocurre con Afganistán. Abandono, actividades militares y explosiones hicieron que la UNESCO incluyera los restos arqueológicos de Jam y el Valle de Bamiyan en la lista de Patrimonio Mundial en Peligro. Un grupo de expertos partió en 2003 para evaluar su estado de conservación. Pero combates recientes en el lugar han dificultado esta misión.
Lo que si se sabe con certeza es que, tras la llegada del Talibán, el mundo fue testigo de la destrucción de los budas de Bamiyan. Con más de 50 metros una de ellas es la escultura más grande que existe de Buda. Fue cavada en las piedras entre los siglos V y VI d.C.
Irónicamente lo que el tiempo no logró destruir en años, y en ocasiones en milenios, desaparece apenas en minutos.