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EL PAÍS, Madrid, 16 de noviembre de 2001

Pompeya abre al público sus 'Termas eróticas' y Padua los frescos religiosos de Giotto

Italia propondrá a la Unión Europea la creación de una Agencia Europea de Restauración

LOLA GALÁN | Roma

El reto para los restauradores es siempre el mismo, conciliar la recuperación de un tesoro artístico con el más escrupuloso respeto a su esencia. La restauración es un arte en sí mismo que, según el ministro italiano de Cultura, Giuliano Urbani, dominan como pocos los italianos. Prueba de esta afirmación es el trabajo realizado en las Termas Suburbanas de Pompeya, decoradas hace 2.000 años con pinturas eróticas, que abrirán sus puertas al público en diciembre próximo, y la restauración, todavía en marcha, de la Capilla de los Scrovegni, pintada por Giotto en 1305.

Ambos trabajos, que han sido presentados estos días, avalan la propuesta del ministro Urbani, quien anunció el miércoles que propondrá a la Unión Europea la creación de una agencia europea para la restauración, en la que los expertos italianos tendrán amplia presencia. Hay restauradores minimalistas, como James Beck, profesor de la Universidad de Columbia, partidarios de la política de no intervención, sobre todo ante un legado espléndido y al mismo tiempo extraordinariamente frágil como es el patrimonio artístico italiano. Los defensores de esta línea, con Beck a la cabeza, no aprobarán seguramente la tarea realizada por el Instituto Central de Restauración (ICR) italiano en los frescos de la Capilla de los Scrovegni, en Padua.

El trabajo realizado hasta ahora representa el 40% de la superficie -un total del 900 metros cuadrados- pintada por Giotto a principios del siglo XIV. El artista pintó en la capilla de la familia Scrovegni una secuencia magistral de escenas sagradas que finaliza con el Juicio Final, una especie de Capilla Sixtina en miniatura. La belleza impresionante de la obra no impidió su abandono, e incluso su olvido, hasta bien entrado el siglo XIX.

Sucesivas catástrofes colocaron el monumento renacentista al borde de la desaparición, pero los daños más graves llegaron con las restauraciones de los siglos XIX y principios del XX. Por efecto de la sulfatación de la pintura, parte de las escenas se habían borrado prácticamente mientras la humedad amenazaba a todo el conjunto. La última intervención de los restauradores, iniciada en junio de este año y que concluirá el mes de marzo próximo, ha salvado el conjunto, previamente aislado gracias a una cámara de aire especial. La restauración ha corrido a cargo del Ministerio de Cultura italiano, que ha destinado a las obras unos 300 millones de pesetas.

Al contrario que en Padua, el trabajo de recuperación de las Termas Suburbanas de Pompeya, ha sido financiado de una manera mixta: con dinero público pero sobre todo con la aportación de la Compañía de San Paolo, y se ha desarrollado durante un largo periodo de tiempo, desde que fueron sacadas a la luz, entre 1985 y 1987. Las termas eróticas son un conjunto bien conservado en el que destaca la sala que servía de vestuario a hombres y mujeres, profusamente decorada con pinturas de fuerte contenido sexual. El tiempo ha conservado un total de ocho escenas -que incluyen representaciones de sexo oral y un encuentro sáfico-, que han despertado un encendido debate sobre la verdadera naturaleza del conjunto. Muchos arqueólogos sostienen que se trataba de un 'lupanar'. Luciana Jacobelli, la arqueóloga que sacó a la luz las termas, no comparte esta opinión. A su juicio, las Termas Suburbanas eran un inocente baño público frecuentado por las clases medias. Los motivos eróticos, inspirados en la decoración erótica griega no pretendían estimular los sentidos sino, simplemente, decorar.


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