ZARAGOZA.
En la
primavera
de 1972 se
confirmaba
que los
restos que
habían
aparecido
en un
solar de
pleno
centro de
Zaragoza
eran los
del Teatro
Romano de
Caesaraugusta.
Han hecho
falta 21
años para
que esos
restos se
abran al
público y
lo
hicieron
ayer, con
la
inauguración
del
resultado
de esas
dos
décadas de
trabajos,
desde que
el solar
pasó a ser
propiedad
del
Ayuntamiento
que
encabeza
José
Atarés.
En 1998,
su
titular,
Ibercaja,
cedió la
parcela al
municipio
y a partir
de ese
momento
pudo
emprenderse
el
proyecto
que ha
permitido
recuperar
arqueológicamente
la
monumentalidad
del Teatro
Romano,
uno de los
tres
mayores de
la
Hispania
del
Imperio.
Pero
también ha
permitido
crear
junto a
él, en uno
de los
edificios
que
limitan
esos
restos
arquitectónicos,
un espacio
de museo
con casi
2.500
metros
cuadrados
útiles en
los que el
visitante
conoce, en
detalle,
qué ha
habido en
este solar
de
Zaragoza
desde el
siglo I
hasta el
año 1900;
cómo fue
el Teatro
Romano y
cómo fue
su vida en
él.
El
recorrido
por el
museo está
cargado de
audiovisuales,
maquetas
detalladas
y restos
originales.
Se
muestran
piezas
recuperadas
de lo que
fue este
edificio
público de
Caesaraugusta,
como un
gran torso
de la
diosa Roma
que formó
parte de
la
decoración
original
del frente
escénico o
una
delicada
cabeza de
una joven
princesa,
quizás
hermana de
Calígula.
Pero
también se
hace un
repaso,
con piezas
originales,
por lo que
fue el
urbanismo
posterior
a Roma en
ese mismo
solar, en
las épocas
de
ocupación
islámica,
hebrea y
la que
siguió a
la Edad
Media,
hasta
1900. Todo
eso en
terreno en
el que
hace
sombra el
actual
Teatro
Principal,
que
mantiene
vivo el
uso
dramático
en esta
porción
del centro
de la
capital
aragonesa.
Atrás
queda el
trabajo
dedicado
por
arqueólogos
y
entusiastas
que
creyeron y
defendieron
el futuro
vivo del
Teatro
Romano de
Caesaragusta.
Caso del
profesor
Antonio
Beltrán,
de la
Universidad
de
Zaragoza,
que
trabajó en
las
excavaciones
entre 1972
y 1973;
los
técnicos
del Museo
de
Zaragoza
que lo
hicieron
entre 1984
y 1993,
con las
limitacione
s propias
de
tratarse
por
entonces
de un
solar
privado;
María
Luisa de
Sus y
Jesús
Ángel
Pérez, ya
fallecido,
que
trabajaron
en 1997 y
1998 en el
subsuelo
de lo que
ahora es
el
edificio
del museo;
y
Francisco
de Asís
Escudero y
Pilar
Galve, que
han
dirigido
las
excavaciones
en el
Teatro
Romano en
la última
y decisiva
fase,
desde
1998.
La
profesora
de la
Universidad
Autónoma
de
Barcelona
y
comisaria
de la
exposición
sobre Roma
y el
teatro,
que desde
hace meses
acoge
Zaragoza,
Isabel
Rodá,
destaca
que el
proyecto
«ha tenido
un final
espléndido
y se ha
hecho lo
más
rápidamente
posible
para un
resultado
científicamente
correcto»,
afirma
Rodá. La
técnico
municipal
Carmen
Aguarod
presume de
los
múltiples
detalles
que
conforman
el
conjunto
de
arqueología
viva y
museo,
como las
maquetas,
hechas
pieza a
pieza, con
todas las
estructuras
internas y
externas
del
edificio
original,
«sin duda
la mejor
maqueta
del mundo
de un
teatro
romano hoy
por hoy».
Otro
ejemplo
del
detalle:
se han
recuperado,
pasando
por un
taller
especializado
de Teruel,
miles de
fragmentos
de mármol
que
importaron
a
Caesaraugusta
de todo el
Mediterráneo
para
cubrir el
suelo de
la
«orchestra».
También
lucen
desde ayer
en su
espacio
original.