MADRID.
Francisco
Rodríguez
Adrados,
académico
de la
Española y
presidente
de honor
de la
Sociedad
Española
de
Estudios
Clásicos,
fue
elegido
ayer, por
unanimidad,
miembro de
la Real
Academia
de la
Historia,
donde
ocupará la
vacante
dejada por
Antonio
Domínguez
Ortiz,
fallecido
en enero
pasado.
Rodríguez
Adrados,
de 81
años,
catedrático
de Griego
y máximo
experto en
lenguas
clásicas,
era el
único que
optaba a
la plaza.
Lo hacía
respaldado
por los
académicos
José María
Blázquez,
Carmen
Iglesias y
Luis
Suárez
Ortiz, y
salió
elegido en
primera
votación,
en una
sesión
presidida
por el
director
de la
Academia,
Gonzalo
Anes.
Nada más
conocer la
noticia,
Adrados se
mostró
«muy
satisfecho
y
agradecido»
con su
elección,
«porque la
historia
-dijo- es
un tema
que me ha
apasionado
siempre».
En efecto,
sus
primeras
publicaciones,
a fines de
los años
40, fueron
sobre
historia
de España,
y es
asimismo
autor de
libros
como «La
democracia
ateniense»
o como «La
historia
de la
democracia».
Por cierto
que ayer
comentaba
a ABC que
tiene
terminado
un libro
titulado
«Hombre,
política y
sociedad
en
nuestros
días», que
aún no ha
encontrado
editor.
Adrados
elogió
ayer el
papel de
los
académicos
de la
Historia,
porque
«son
profesionales
de mucho
prestigio
que no
sólo
trabajan
en su
campo,
sino que
han tomado
posturas
valientes
al decir
que la
historia
de España,
frente al
desmigajamiento
que nos
quieren
imponer,
existe»,
añadía.
«Ahora
tengo
entre
manos un
libro
donde
propongo
una nueva
teoría de
la
historia,
y no sé si
adelantaré
algo de él
o si
hablaré
del tema
de la
historia
de
España»,
señaló
Adrados,
que,
dentro de
su
dilatado
curriculum,
dice
sentirse
más
orgulloso,
«de haber
intentado
poner en
contacto
siglos muy
alejados
entre sí y
culturas
muy
alejadas,
como la
india y la
griega».
«He hecho
la
historia
de la
fábula,
que va de
los
sumerios
al
Renacimiento,
el
Lazarillo
y
Boccaccio;
la
historia
de la
democracia
desde
Atenas
hasta hoy,
y he
puesto en
relación
las
culturas
antiguas
con
nuestra
cultura
medieval y
humanística»,
todo ello
tratando
de «crear
grandes
cuadros
generales,
que me
parecen
útiles».
Los
estudios
clásicos
«son una
parte
importante
de la
historia
del mundo»
por lo
que, «si
mi
nombramiento
vale para
poner más
peso en
este tema,
estaré
encantado».