J. A.
LACÁRCEL/GRANADA
No es
que se
trate
de una
gran
partitura,
pero
tiene
una
música
amable,
desenfadada,
muy
propia
de una
época
de la
vida
del
espectáculo
en
Francia,
a
pesar
del
origen
alemán
de
Offenbach.
Pero
no
cabe
la
menor
duda
de que
es una
obra
muy
característica
y
definitoria
de su
compositor
que,
sin
llegar
a la
popularidad
de los
Cuentos
de
Hoffman,
es de
las
que se
escuchan
sin
que
haya
perdido
ni un
ápice
de su
frescura,
pudiendo
ser
trasplantada
a
nuestra
época
sin
que
aparezcan
los
temibles
síntomas
de
caducidad
y
envejecimiento.
Y es
que
Orfeo
en los
Infiernos
está
caracterizado
por un
chispeante
libreto
de
Héctor
Crémieux
en el
que
también
colabora
Ludovic
Hálevy,
que
toma
como
punto
de
referencia
la
mitología
y hace
una
disección
sarcástica,
llena
de
gracia,
de
situaciones
plenas
de
comicidad.
El
disparate
graciosísimo
sirve
para
desmitificar
uno de
los
mitos
por
excelencia,
el de
Orfeo,
y se
hace
con un
humor
sutil,
ingenioso,
con
una
ironía
puramente
francesa,
dicho
en el
término
más
positivo
y se
consigue
gozar
de una
obra
amable,
divertida,
sin
complicaciones,
con la
ironía
y la
gracia
más
acabadas.
Es un
rato
impagable
de
diversión.
Pero
todos
estos
elementos
tienen
como
base
una
música
inspiradísima,
llena
de
gracia,
amable,
sin
complicaciones
ni
trascendencia,
pero
pegadiza,
llena
de
ricas
melodías
que
sirve
para
subrayar
una
acción
disparatada,
divertida
y
desmitificadora.
¡ Qué
decir
de los
dos
conocidos
can-can,
y de
ese
divertido
coro
de
dioses
o del
inefable
coro
de los
dormidos!
En
fin,
la
graciosa
reducción
humana
del
mito,
servida
por la
mejor
cocina
francesa.
La
interpretación
ha
sido
de
lujo.
Destaquemos
a la
muy
joven
y
bella
cantante
granadina
Sandra
Pastrana,
con
voz
muy
cálida,
con
excelente
fraseo,
buena
dicción
y una
emisión
de
sonido
muy
grata.
Cantó
muy
bien,
con
mucho
gusto
y
afinación,
exhibiendo
buenas
dotes
interpretativas.
Estuvo
espléndida,
comunicativa,
graciosa
y no
es
aventurado
augurarle
un
brillante
porvenir,
gracias
a sus
condiciones
y a la
sólida
formación
musical
que
tiene.
Ha
trocado
el
violín
-disciplina
en la
que ha
sobresalido-
por el
dificilísimo
y
sacrificado
canto.
Su voz
es muy
hermosa,
de
muchos
quilates
y ante
ella
se
abren
grandes
posibilidades.
Enhorabuena.
El
resto
de los
intérpretes
estuvieron
a muy
buena
altura.
Estupendo
de voz
Julio
Morales,
como
Júpiter.
Muy
dúctil,
expresivo
y con
grandes
dotes
de
actor
Vicenç
Esteve,
así
como
Francesc
Garrigosa,
Marianne
Rorholm,
Steven
Cole y
Anna
Moreno-Lasalle.
Afinado,
seguro
y
preciso
el
coro
de
Cambra
del
Palau
de la
Música
Catalana
que
dirige
Jordi
Casas
y una
excelente
actuación
de la
OCG
con
Josep
Pons
al
frente.
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