El
Parador
de
Mérida
ofrece
a los
novios
la
posibilidad
de
celebrar
banquetes
nupciales
al
estilo
de toda
la vida
PABLO
SÁNCHEZ
//MÉRIDA
LOS
novios
se miran
sonrientes,
están
felices,
como es
lógico,
en una
fecha
tan
señalada
en la
que han
decidido
unir sus
vidas. A
su
alrededor,
los
comensales
disfrutan
de las
ricas
viandas
encargadas
para
festejar
tal
evento.
Y una y
otra vez
no dejan
de
entrar
en el
comedor
grupos
de
camareros,
con las
túnicas
apropiadas,
que
transportan
parihuelas
con
mariscos,
carnes,
exquisitos
vinos
mezclados
con miel
y
canela...
Esas
escenas
ocurrían
el
pasado
fin de
semana
en el
Parador
de
Mérida,
aunque
situaciones
muy
similares
se han
debido
vivir en
esta
ciudad
hace
centenares
de años.
Desde
hace un
tiempo,
el
Parador
se ha
decidido
a
ofrecer
a los
novios
la
posibilidad
de
celebrar
una boda
de hoy,
pero al
estilo
de toda
la vida,
esto es,
al
estilo
romano.
«Hace
tres
años,
nos
sugirieron
desde el
Museo
Nacional
de Arte
Romano
la
posibilidad
de hacer
algunos
banquetes
de ese
tipo. La
idea nos
pareció
muy
interesante.
Así que
nos
pusimos
en
contacto
con los
expertos
del
Museo
Romano
para que
nos
explicasen
con
detalle
cómo era
una boda
romana,
cómo era
la
comida,
las
costumbres»,
explica
Calixto
Molina,
jefe de
comedor
del
Parador.
Parece
cada vez
más
evidente
que lo
romano
vende y
que
proyectos
de estas
características
se ganan
con
rapidez
la
atención
del
turismo.
Quizá lo
más
novedoso
de esta
iniciativa
que está
desarrollando
el
Parador
sea que
este
tipo de
ceremonias
no están
enfocadas
para el
turista
sino
para los
vecinos
de
Mérida,
como
Lola y
José
María.
«Nosotros
nos
casamos
hace
tres
años, me
parece
que
fuimos
la
segunda
pareja
que hizo
una boda
romana
en el
Parador»,
explica
Lola
Delgado.
«Fue muy
curioso,
recuerda
Lola,
porque
cuando
le gente
iba
llegando
al salón
del
banquete
se ponía
a mirar
el
decorado,
veía a
los
camareros
vestidos
con
túnicas...
y se
volvía
para
atrás
diciendo,
perdonen,
que me
he
equivocado,
que yo
venía a
tal
boda».
Lola y
José
María
quedaron
encantados
con su
original
convite
de
bodas,
aunque
reconocen
que a
algunos
de sus
invitados
extrañaron
demasiado
la
comida.
Tres
años
después,
aquellas
primeras
experiencias
del
Parador,
las
bodas
romanas
se han
convertido
en una
alternativa
a las
bodas
tradicionales.
«Todos
los años
venimos
haciendo
dos o
tres
bodas
romanas»,
explica
Calixto
Molina,
la
persona
que
atiende
a las
parejas
que
acuden
al
Parador
para
celebrar
su
banquete
de
bodas.
«Cuando
llega
cualquier
pareja,
les
explico
cómo es
un
banquete
normal y
también
les doy
la
posibilidad
de una
boda
romana,
les
explico
toda la
parafernalia
que
lleva,
los
platos,
el
destino
que les
auguran
los
adivinos...,
todo
igual a
las
bodas
romanas.
Uno de
los
momentos
estelares
de la
ceremonia
es la
hora en
la que
un
adivino
mira las
vísceras
de un
animal,
generalmente
un
cordero,
para
intentar
predecir
el
futuro
que le
depara
el
destino
a los
novios.
Así se
hacía en
las
bodas
romanas
y así se
repite
actualmente
en este
tipo de
ceremonias. |