8-3-2003

Ideal, Granada

Boda romana
El Parador de Mérida ofrece a los novios la posibilidad de celebrar banquetes nupciales al estilo de toda la vida

PABLO SÁNCHEZ //MÉRIDA

LOS novios se miran sonrientes, están felices, como es lógico, en una fecha tan señalada en la que han decidido unir sus vidas. A su alrededor, los comensales disfrutan de las ricas viandas encargadas para festejar tal evento. Y una y otra vez no dejan de entrar en el comedor grupos de camareros, con las túnicas apropiadas, que transportan parihuelas con mariscos, carnes, exquisitos vinos mezclados con miel y canela...

Esas escenas ocurrían el pasado fin de semana en el Parador de Mérida, aunque situaciones muy similares se han debido vivir en esta ciudad hace centenares de años. Desde hace un tiempo, el Parador se ha decidido a ofrecer a los novios la posibilidad de celebrar una boda de hoy, pero al estilo de toda la vida, esto es, al estilo romano.

«Hace tres años, nos sugirieron desde el Museo Nacional de Arte Romano la posibilidad de hacer algunos banquetes de ese tipo. La idea nos pareció muy interesante. Así que nos pusimos en contacto con los expertos del Museo Romano para que nos explicasen con detalle cómo era una boda romana, cómo era la comida, las costumbres», explica Calixto Molina, jefe de comedor del Parador.

Parece cada vez más evidente que lo romano vende y que proyectos de estas características se ganan con rapidez la atención del turismo. Quizá lo más novedoso de esta iniciativa que está desarrollando el Parador sea que este tipo de ceremonias no están enfocadas para el turista sino para los vecinos de Mérida, como Lola y José María.

«Nosotros nos casamos hace tres años, me parece que fuimos la segunda pareja que hizo una boda romana en el Parador», explica Lola Delgado. «Fue muy curioso, recuerda Lola, porque cuando le gente iba llegando al salón del banquete se ponía a mirar el decorado, veía a los camareros vestidos con túnicas... y se volvía para atrás diciendo, perdonen, que me he equivocado, que yo venía a tal boda».

Lola y José María quedaron encantados con su original convite de bodas, aunque reconocen que a algunos de sus invitados extrañaron demasiado la comida. Tres años después, aquellas primeras experiencias del Parador, las bodas romanas se han convertido en una alternativa a las bodas tradicionales. «Todos los años venimos haciendo dos o tres bodas romanas», explica Calixto Molina, la persona que atiende a las parejas que acuden al Parador para celebrar su banquete de bodas.

«Cuando llega cualquier pareja, les explico cómo es un banquete normal y también les doy la posibilidad de una boda romana, les explico toda la parafernalia que lleva, los platos, el destino que les auguran los adivinos..., todo igual a las bodas romanas. Uno de los momentos estelares de la ceremonia es la hora en la que un adivino mira las vísceras de un animal, generalmente un cordero, para intentar predecir el futuro que le depara el destino a los novios. Así se hacía en las bodas romanas y así se repite actualmente en este tipo de ceremonias.

 

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