El Gran
Teatre
del Liceo
está muy
comprometido
con el
repertorio
del siglo
XX y por
ello no
es de
extrañar
que se
haya
programado
el
estreno
en el
teatro de
«Oedipe»
del
rumano
George
Enescu
(1881-1955).
Para ello
ha
invitado
a la
O.B.C.
con su
antiguo
titular
Lawrence
Foster
que es un
especialista
en este
título ya
que es el
director
musical
de la
única
grabación
discográfica
que
existe en
el
mercado.
La ópera,
estrenada
en la
Opéra de
París en
1936, se
ha
presentado
en el
Liceo en
versión
de
concierto,
algo que
siempre
es
contraproducente
para el
éxito
completo
de la
obra,
aunque su
interés
musical,
basado en
una
partitura
moderna y
de
cuidada
instrumentación
ha sabido
mantener
el
interés
de los
espectadores,
especialmente
dada la
calidad
del
libreto
de esta
tragedia
lírica en
cuatro
actos
sustentada
en las
conocidas
tragedias
de
Sófocles.
Oedipe se
enfrenta
al
destino
con el
que ha
sido
marcado
desde su
nacimiento,
el
parricidio
y la boda
con su
propia
madre.
Musicalmente,
Enesco
presenta
una gran
pieza
sinfónico-coral
de
destacada
modernidad
en la
concepción
musical
que se
adapta a
la trama
con
escaso
melodismo
y
utlilizando
algún
motivo
conductor
como el
del
Destino.
De
entre los
numerosos
solistas
hay una
clara
preeminencia
de
Oedipe,
interpretado
por el
bajo-barítono
Esa
Ruuttunen,
un
cantante
ya maduro
que supo
entresacar
todo el
dramatismo
del
personaje
con una
voz
amplia y
bien
timbrada.
Del resto
del
extenso
reparto
merece la
pena
destacar
al
barítono
Philippe
Fourcade
y las
intérpretes
de
Antigone
de Andion
Fernández
y Jocaste
de Heidi
Brunner.
Muy
adecuado
el resto
del
reparto
en una
obra que
llega al
clímax en
los dos
últimos
actos,
con una
muy
interesante
fuerza
dramática
y
emotividad
sustentada
por la
orquesta
y por la
extraordinaria
participación
del Coro
del
Liceu.
Excelente
la
interpretación
de
Lawrence
Foster
frente a
una
O.B.C.
bien
empastada
y cuidada
en los
pasajes
solistas.
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