Rodríguez
Adrados ha
escrito lo
que él
define
como «Casi
unas
memorias»
y que se
extienden
desde 1944
a 2002.
Llevan por
delante un
título que
resume
toda su
vida.
«Defendiendo
la
enseñanza
de los
clásicos
griegos y
latinos»
(Ediciones
Clásicas).
-Ha vivido
todo tipo
de
experiencias
luminosas
y oscuras.
¿De qué se
siente más
satisfecho?
-Te alegra
cuando se
ve que se
acercan
esos
nubarrones
tan negros
y a la
hora de la
verdad no
son tan
negros y
cuando se
puede
tratar con
las
personas.
incluso
con
aquellas
que en
principio
eran
adversarias
y se llega
a un trato
humano y a
ciertas
concesiones.
Es verdad
que hay
momentos
en que no
hay manera
de luchar
porque a
uno no le
reciben,
porque no
le
escuchan,
porque no
le
contestan,
porque lo
tergiversan
todo,
porque te
dicen que
eso es
sólo
experimental
y cuando
te das
cuenta,
¡paf!, ya
está
publicado
en el BOE.
-¿Ha
sufrido la
presión de
las
sombras
políticas?
- Hay
cosas que
la verdad,
no
entiendo.
¿Por qué
los
socialistas
en el
periodo de
Esperanza
Aguirre,
cuando
ganaron
las
elecciones
los del PP
en el 96,
hicieron
una
obstrucción
tan
tremenda?
Solamente
por
enfrentarse
al otro
partido...
Y ahora
mismo, de
cuando en
cuando,
organizan
algún
numerito,
como el
del año
pasado
contra la
Ley de
Calidad.
¡Si se
trataba de
un
correctivo
mínimo
para
quitar
algunas
cosas
completamente
vergonzosas!¡
Eso de que
pasen sin
exámenes
por las
buenas de
un curso a
otro!
¡Ellos
hubieran
tenido que
hacer lo
mismo! No
tienen
sentido
esos
enfrentamientos
por
motivos
políticos,
ese
igualitarismo
llevado a
unos
extremos
absurdos.
¡Los
socialistas
ya no
nacionalizan
los
bancos,
caramba!
¡Y no
dicen eso
de que
todo el
mundo
cobre
igual!
¿Por qué
se empeñan
en
imponerlo
en la
enseñanza
cuando no
todos
somos
iguales,
ni tenemos
las mismas
aspiraciones
ni
aptitudes?