¿Nació la cultura griega en el
seno del Nilo? ¿Fueron los egipcios una civilización africana de la cabeza a los
pies? La posibilidad de que Europa tenga sus raíces en una Grecia colonizada en
su etapa primitiva por los egipcios es una polémica teoría que está resurgiendo
con el auge de lo ¿políticamente correcto?
La polémica sobre el choque de civilizaciones que enfrentaría a Oriente y
Occidente, puesta de actualidad por los atentados del 11-S y las subsiguientes
guerras de Afganistán e Iraq, ha contribuido a disparar las sensibilidades sobre
las raíces de cada una de estas presuntamente opuestas civilizaciones, y los
orígenes de Europa no han quedado ajenos a esta oleada.
Se ha desencadenado
una búsqueda de los ancestros de Europa que ha sacado del olvido un libro
publicado en 1987 con el significativo título de Atenea Negra, las raíces
afroasiáticas de la civilización clásica, obra del británico Martin Bernal. Un
crítico ha sugerido, de forma bastante plausible, que este es el libro de
historia antigua del mundo mediterráneo más discutido desde la Biblia. Su mismo
título evoca el punto clave de la polémica: según el autor, la Grecia antigua
tomó prestada la mayor parte de su religión, filosofía y creatividad del antiguo
Egipto que, a su vez, fue una auténtica civilización negra africana. Por tanto,
según esta tesis, la civilización occidental tendría una base cultural africana.
En el presente contexto de globalización, con el reconocimiento de que nuestro
mundo es el producto de culturas híbridas, parecería incluso obvio admitirlo.
Sin embargo, durante los siglos XIX y XX la identidad europea se construyó como
un elaborado retrato en el que se muestra una sola civilización, los orígenes de
la cual pueden remontarse hasta la antigüedad grecorromana. Según Bernal, esta
construcción de nuestra identidad como herederos de una antigua civilización
griega, sin raíces en ninguna otra civilización previa no europea, ha servido
para justificar el imperialismo y el colonialismo europeo. Nosotros, los
occidentales, hemos contactado con culturas y civilizaciones independientes y
somos responsables de su transformación hacia un estatus de modernidad,
democracia y bienestar. En muchos casos esta occidentalización se ha llevado a
cabo con gran brutalidad, justificada con la excusa del progreso, un concepto
que debemos a la antigua Grecia. La idea de una civilización única propagándose
desde una pequeña esquina del continente euroasiático para transformar todo el
mundo ha sido tan poderosa para Occidente que resulta chocante pensar que su
origen podría ser mucho más diverso al ir asociado a unas raíces africanas y,
aspecto también señalado por Martin Bernal, a otras semitas procedentes de los
fenicios. |