De repente, ¿un extraño? En los
pasillos de la Universidad San Pablo CEU se escucha un ronroneo. «Sofica
parisiensis academia disciplina, latines dubita amat...» ¿Qué ocurre?
¿Qué pasa?, se preguntan las mesnadas a la puerta del edificio. ¿Tal
vez que un grupo de cincuenta valientes, de edad media (que no de la Edad
Media ni de la Tierra Media) están dispuestos a practicar el «hockey
sobre latines» en pleno CEU? ¿O están «esperanto a Godot?» Ni de
esperantos ni de dioses habla el ronroneo. Tampoco hay gatos que llevarse
a la boca, porque no es de noche, cuando todos son pardos. ¿Gramática
parda?, pues tampoco. «Nominor Antonius!», clama una voz, pero no en el
desierto. «Vocant me Antonium. Ubi habitas?», le secunda otro.
¿Estamos ante una conferencia de Umberto
Eco? ¿Un peplum, quizás? No divisamos a Jorge de Burgos, el malvado
monje que mataba por reír. Del mismo modo, tampoco estamos en Almería y
de Charlton Heston, Burt Lancaster o Kirk Douglas, ni rastro. Alguien
rompe el ronroneo con una sentencia: «Mi taylor is rich». ¿Qué rara
mezcla se cuece en las cocinas del CEU? Abrimos la puerta y nos
encontramos con una sesión de notables, con un «senado casi romano» a
la antigua usanza. La «Academia Latinitati Fovendae» pretende devolver
la vida a una de las más importantes lenguas muertas, a la literatura y
cultura latinas, incorporándolas a la vida cotidiana. «Alea jacta est»,
respiran los curiosos.
El euro y «Brutus»
«Non enim tam praeclarum est scire
Latine quam turpe nescire» («No es tan de alabar saber latín como
vergonzoso no saberlo»). Lo profetizó Cicerón y la obra en donde
aparece la sentencia es «Brutus» (que a los no versados en latines les
recordará al incombustible rival de Popeye y adulador de Olivia). ¿Quién
podría imaginar, pues, que en este «año tecnológico de 2002», en
pleno «siglo Internet», con la red de redes en pleno auge, alguien
pudiera reivindicar el uso del latín como lengua de comunicación? «En
esta autovía no hay que pagar peaje», comenta un miembro de esta mesnada
de medio centenar de valientes que quieren hacerle hablar latín a la mismísima
Cibeles antes de que Ronaldo, Raúl, Zidane o Figo le cuelguen la bufanda
de la décima Copa de Europa. ¿Hablará Ronaldo latín? ¿Latines son
amores y no buenas razones?, pensará el goleador carioca... Madrid fija,
limpia y da esplendor a la lengua del Imperio Romano mediante el X
Congreso Internacional de la «Academia Latinitati Fovendae» (Academia
para el fomento del Latín).
Un noticiero en latín
Como el latín con latín entra (y no con
sangre), este medio centenar de especialistas y profesores de distintas
universidades españolas, europeas e incluso americanas, predican con el
ejemplo. Dictan sus ponencias en riguroso latín y no pueden hablar más
de veinte minutos. Así se pueden escuchar charlas del calado: «De Erasmo
Roterodamo Prudenti interprete» «Quomodo Grex Latine loquentium
interretialiter colat et probet Latinitatem vivam»... Allí, en este paraíso
de latines el único extraño es quien no habla latín. Por mucho que en
el bachiller se declinase el «rosa-rosae» (y eso que aún no existía «Operación
Triunfo») comprobar que un alemán y un español pueden entenderse en latín,
la lengua que todos creíamos muerta, y conversar en un pasillo sobre cómo
les ha ido el día, cuando menos, sorprende. Así lo hizo el organizador
de este congreso, Antonio Capellán (arquitecto y no filólogo, como se
podría presumir), que cree que el propósito «no es hacer perdurar lo
antiguo, sino rescatar una lengua que es la raíz de nuestra cultura».
Como lo viene haciendo ABC, que ha publicado durante muchos años, en su
sección de convocatorias, una conferencia íntegramente en latín. Y para
los oídos más inquietos no hay nada como enfrascarse en la sintonía de
una emisora que transmite el noticiero en latín para todo el mundo. Es la
Radiofonía finlandesa, que desde hace quince años, se escucha desde Japón
a Australia. ¿Se imaginan el primer gol de Ronaldo cantado y contado en
latines?