El
director
de
escena
prepara
la ópera
de
Haendel
en el
Real
junto
a
Rinaldo
Alessandrini
JESÚS
RUIZ
MANTILLA
|
Madrid
Egipto,
año
48
antes
de
Cristo,
revive
hoy.
Por
eso,
Luca
Ronconi,
hombre
crucial
del
teatro
italiano,
prepara
estos
días
en
el
Teatro
Real
una
'moderna',
según
dice,
versión
de Julio
César,
la
ópera
de
Haendel,
estrenada
en
1724.
La
traslación
del
tiempo
del
barroco
es
algo
fácil
para
Ronconi:
'El
barroco
es
un
concepto,
no
un
estilo.
Había
barroquismo
en
el
imperio
egipcio
y
lo
hay
hoy
porque
la
posmodernidad
es
barroca',
asegura
este
artista,
que
cuenta
con
un
compañero
de
altura
como
director
musical,
Rinaldo
Alessandrini,
y
con
María
Bayo
y
Jennifer
Larmore
en
el
reparto.
Ronconi,
hombre
afable,
discreto,
amigo
de
usar
palabras
justas
y
amante
de
los
hechos
concretos,
se
presenta
en
el
Teatro
Real
con
una
actitud
humilde,
impensable
en
otros
directores
de
escena.
Tenía
ayer
al
lado
a
Rinaldo
Alessandrini,
un
joven
director
de
orquesta
especialista
en
el
barroco
a
quien
el
maestro
de
la
escena
sorprende
con
una
frase:
'En
la
ópera,
el
que
manda
es
el
director
musical.
Nosotros
debemos
trabajar
con
toda
libertad
pero
dentro
de
unos
límites',
dice
Ronconi.
Es
la
primera
vez
que
dirige
un
montaje
de
ópera
en
España.
'Así
es.
No
lo
he
hecho
antes
porque
no
me
lo
habían
propuesto'.
Aquí
debía
su
fama
a
sus
montajes
de
teatro,
a
su
vinculación
con
el
Piccolo
Teatro
de
Milán
y a
su
escuela
de
investigación
y
experimentación
que
han
dado
lugar
a
un
estilo
llamado
ronconiano.
Un
sello
que
traslada
a
la
ópera,
un
género
que
para
él
'es
la
máxima
expresión
del
arte
escénico
italiano'.
Lo
argumenta:
'En
teatro
escrito
no
tenemos
una
gran
tradición.
Pero
en
la
ópera
hay
una
continuidad
lógica
entre
Monteverdi
y
Puccini.
Tengo
una
teoría:
los
italianos
llevamos
el
teatro
musical
en
nuestros
genes.
Nos
va
más
la
espectacularidad
de
ese
género
para
expresarnos,
es
más
fuerte',
afirma.
Para
este
Julio
César
-nueva
producción
del
Teatro
Real
y
el
Comunale,
de
Bolonia,
que
se
estrena
el
1
de
noviembre
y
estará
en
escena
hasta
el
18-,
Ronconi
ha
elegido
la
modernidad
y
la
conversión
de
lo
barroco
en
algo
rompedor.
Así,
la
orquesta
se
hace
visible
en
el
escenario
junto
a
distintos
elementos
de
culturas
antiguas
y
bajo
dos
pantallas
sobre
las
que
se
proyectan
imágenes
del
Egipto
moderno
o
de
las
versiones
del
Egipto
antiguo
que
se
hacen
en
Estados
Unidos.
'Lo
de
la
orquesta
es
un
elemento
del
barroco
que
lo
convertimos
en
algo
moderno.
En
esa
época
no
existían
los
fosos,
fue
un
invento
posterior',
asegura
Ronconi,
ayudado
por
comentarios
de
Alessandrini.
Libres
asociaciones
Son
las
ventajas
de
tiempos
que
dan
lugar
a
todo
tipo
de
interpretaciones:
'El
barroco
permite
hacer
libres
asociaciones.
Es
un
estilo
donde
pueden
convivir
elementos
atemporales.
Lo
importante
es,
respetando
el
texto
de
la
ópera,
ser
fiel
a
su
espíritu.
Creo
que
en
mi
versión
nada
suena
extraño',
dice
el
director
de
escena,
que
tiene
aspecto
de
noble
senador
romano.
Pero
Ronconi
no
es
de
los
que
piensan
que
todo
sigue
siendo
como
ayer:
'Es
un
insulto
a
la
época
actual
decir
eso',
afirma.
Busca
ser
impactante
de
un
modo
que
dé
pie
a
la
reflexión,
pero
no
quiere
utilizar
la
espectacularidad:
'No
hay
caballos
voladores
ni
grandes
alardes
de
la
técnica
en
este
Julio
César',
asegura.
Es
parte
de
su
sello:
la
sencillez.
Un
arte
que
le
sirve
cada
vez
más
para
ir
por
libre.
Así
lo
prueba
también
su
posición
frente
a
la
política
cultural
del
Gobierno
italiano
actual,
liderado
por
Silvio
Berlusconi.
No
opina,
actúa
por
una
razón
de
fuerza:
'Qué
más
se
puede
decir.
Del
Gobierno
siempre
hay
que
hablar
mal.
Lo
más
amargo
de
todo
es
que
cuando
se
opina
sobre
Berlusconi
hay
que
contar
que
nos
referimos
a
una
gran
mayoría
de
italianos
que
lo
han
votado.
Ésa
es
la
triste
verdad',
comenta.
'Por
eso
he
decidido
hacer
algo:
y
es
trabajar
por
libre,
de
manera
independiente,
con
pequeños
montajes
y
actores
jóvenes
porque
no
quiero
que
este
Gobierno
me
subvencione
ni
me
dé
dinero'.
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