-
Ha
llamado
a su
montaje
«Edipo
XXI»,
pero
imagino
que
podría
llamarse
«Edipo
XX»
o «Edipo
XVIII».
-O
simplemente
«Edipo»,
sí.
Esa
apostilla
es
para
rescatarlo,
para
que
el
espectador
no
tenga
la
coartada
de
asistir
a un
espectáculo
de
teatro
clásico.
-¿Es
diferente
la
actitud
del público
ante
una
obra
clásica
o una
contemporánea?
-En
cierto
modo
sí.
Pollini
decía
que
la
diferencia
entre
tocar
a
Schubert
o a
Mozart
estaba
en la
manera
de
sentarse
al
piano.
En el
teatro
ocurre
algo
similar;
ante
una
obra
clásica,
el público
es más
conformista,
más
tranquilo.
De
todos
modos,
por mínimamente
bien
hecha
que
esté,
siempre
le
sorprende,
y
sale
del
patio
de
butacas
con
una
sensación
distinta
a la
que
esperaba.
-Ha
escrito:
«Todo
nos
lo
contaron
ya
nuestros
milenarios
antepasados».
¿La
Historia
es
una
repetición
de
los
errores
de la
humanidad?
-Una
de
las
maneras
de
contar
la
Historia
es
esa.
-¿Qué
papel
tiene
la
guerra
en
este
«Edipo
XXI»?
-La
guerra
y la
violencia
son
el
paisaje
de
fondo.
Pero
el
tema
son
los
dos
Edipos,
el
Edipo
Rey,
que
está
rodeado
de
violencia
y que
quiere
conocer
la
verdad
a
toda
costa,
y el
Edipo
Colono,
un
ser
que
acude
a una
tierra
de
asilo
y al
que
se le
pide
que
cuente
su
pasado.Y
hay
una
tercera
reflexión.
Al
final
de su
vida,
Edipo
es más
grande
y
quizás
más
sabio,
porque
ha
comprendido
sus
errores,
pero
no
por
ello
es más
santo,
más
bueno.
-Ver
todos
los días
en la
televisión
las
imágenes
de la
guerra,
de la
destrucción,
de la
violencia,
¿nos
ha
hecho
más
insensibles?
-A
la
fuerza.
A mí
no se
me
olvidará
nunca
la
primera
fotografía
que
vi
del
horror
de
los
campos
de
concentración.
Ahora
pasamos
más
de
largo
sobre
ellas.
Y así
como
hace
veinticinco
años
era
cierto
que
«una
imagen
vale
más
que
mil
palabras»,
hoy
en día
«una
palabra
vale
más
que
mil
imágenes».
-También
ha
dicho
que
«sólo
la
poesía
puede
conmovernos».
-La
poesía
es
algo
muy
elaborado
y al
mismo
tiempo
muy
directo.
Es
inesperada
y por
eso
reaccionamos
ante
ella.
-¿Qué
papel
cumple
el
teatro
entonces
ante
esta
violencia?
-Precisamente,
y
aunque
suene
cursi,
buscar
el
momento
poético,
la
comunión,
la
respiración
colectiva
en
una
sociedad
fragmentada.
Es
muy
difícil
que
un
solo
actor
logre
aunar
esas
respiraciones.
-¿Alfredo
Alcón,
el
protagonista
de «Edipo
XXI»,
es el
actor
que
usted
quiere
ser?
-Siempre
he
dicho
que
Alfredo
Alcón
es un
actor
poético,
capaz
de
volar;
y eso
es
muy
difícil.
Pero
también
lo
consigue
Vicky
Peña.
-¿Todavía
consigue
disfrutar
de
una
función
de
teatro?
-¿Como
espectador?
Sí...
siempre
que
llegue
a
entender
el
por
qué
de un
montaje.
El
teatro
por
el
teatro
no me
gusta.
El
teatro
siempre
tiene
que
contar
algo.
De
todos
modos,
lo
que
de
verdad
me
compensa
hoy
en día
es un
actor,
una
actriz,
una
compañìa.
Más
que
los
textos.
-¿Existe
poca
creatividad
en
los
autores
de
hoy
en día?
-Yo
creo
que
existen
buenos
autores
de
teatro,
pero
están
mucho
más
repartidos:
cine,
televisión...
De
todos
modos,
hoy
en día
es
muy
difícil
sacar
adelante
los
proyectos.
Fernán-Gómez
escribía
ayer
en
ABC
que
«no
era
insólito
que
en
una
temporada
un
teatro
llegase
a
estrenar
diez
obras».
Actualmente
eso
es
casi
imposible.